La actividad del Congreso de los Diputados languidece de forma inversamente proporcional al ritmo trepidante de la crisis catalana. Ni siquiera los diputados más experimentados recuerdan una etapa con tan escasa actividad parlamentaria. La Cámara baja solo ha aprobado nueve leyes. El PP, el PSOE y C’s han logrado sacar adelante una cada uno, mientras que otra norma ha sido producto de un pacto entre populares y socialistas. Las cinco restantes provienen del Gobierno, pero cuatro de ellas suponen la trasposición o aplicación de ordenamiento de la UE, quedando la obra legislativa del Ejecutivo reducida a una sola iniciativa: los Presupuestos del 2017.

El principal motivo de la escasa fertilidad del Congreso en la XII legislatura se encuentra en el desafío independentista. La Cámara baja se ha convertido en la caja de resonancia de la crisis catalana, con los partidos usando sus escaños más como altavoz de sus posiciones respecto al proceso independentista y a la respuesta del Estado.

La actividad de la oposición se ha centrado en los últimos meses en reclamar al Gobierno respuestas sobre el antes y el después del referéndum unilateral del pasado 1 de octubre. El propio Ejecutivo ha estado más sumergido en pilotar una salida alternativa al rumbo independentista que en su tarea de legislar. Si esa tendencia adormeció el trabajo del Congreso durante todo el mes de octubre, ahora se ha instalado el clima de precampaña ante las elecciones autonómicas del próximo 21 de diciembre.

El rol de los socialistas

El papel de los socialistas tiene un gran peso en la parálisis parlamentaria. La legislatura nació con la forzada salida de Pedro Sánchez del liderazgo del PSOE y la abstención en la investidura de Mariano Rajoy. En esos primeros meses, populares y socialistas sellaron acuerdos de elevado valor simbólico, sobre la subida del salario mínimo y los objetivos de déficit, pero el regreso de Sánchez trajo consigo un enfriamiento de los vínculos entre las dos principales fuerzas políticas. Pero ahora Sánchez quiere mover al Gobierno. Lejos de instalarse en el no a Rajoy, ha normalizado su relación con el líder del PP y tras el apoyo a la puesta en marcha del artículo 155 de la Constitución en Cataluña, se muestra abierto a alcanzar nuevos pactos con el Ejecutivo, una actitud con la que intenta subrayar su apuesta por ocupar el centro político. La frágil mayoría del PP también dificulta la aprobación de leyes.