La dirección del PP ha desautorizado a Josep Piqué varias veces en los últimos tiempos. Algunos dirigentes se atreven a calificarlo de débil y colaboracionista con el tripartito sin que el líder, Mariano Rajoy, haya movido un dedo para defenderle. Y, sin embargo, cuando él ha tomado una iniciativa independiente de la línea oficial, lo ha pagado caro.

El capítulo de mayor beligerancia se escribió en julio pasado, cuando Piqué lanzó un misil en la línea de flotación de los números dos y tres del PP, Angel Acebes y Eduardo Zaplana. Reclamó "un abanico más amplio" de voces en el partido y advirtió de que a éstos se les identificaba con "una etapa muy concreta que conecta con el pasado". Desde Singapur, donde apoyaba la candidatura de Madrid a los Juegos Olímpicos del 2012, Rajoy le desautorizó. Zaplana y Acebes no le han perdonado el comentario.

El Estatut le ha traído no pocos quebraderos de cabeza. La participación del PPC en la ponencia del Parlamento catalán ha sido más o menos criticada por lo suyos. Aleix Vidal-Quadras ha tenido carta blanca para censurarle. El 9 de enero emplazó al PPC a volver a la senda "que nunca tuvo que haber abandonado". Tres días después, en Toledo, Piqué pidió ser la única voz en Cataluña y se lo negaron.