El decimosexto congreso del PP que, nuevamente, encumbra a Rajoy como presidente de la organización, acabó ayer. El cónclave finalizaba, pero no la crisis interna. Al menos, eso es lo que concluían ayer los críticos que, además de no compartir el mensaje de supuesta "integración" lanzado desde la nueva dirección del partido, hablaban incluso de "venganza" a la hora de elaborar equipos. Algunos lo comentaban con discreción y alertando de las consecuencias que su supuesta "marginación" y la de lo que representan podría tener para el futuro de las siglas bajo las que militan. Otros, como la propia Esperanza Aguirre, lo hacían con luz y taquígrafos. "Ahora ya soy Aguirre, el verso suelto del poema", sentenciaba con ironía y parafraseando a su compañero y adversario Alberto Ruiz-Gallardón, uno de los agraciados con premio gordo en el último reparto de cargos.

La presidenta de la Comunidad de Madrid no fue de las que pusieron las cosas fáciles a Rajoy tras la derrota del 9-M. Incluso amagó con presentar candidatura alternativa. No lo hizo, pero siguió alzando la voz contra el líder cada vez que lo creyó oportuno. Igual camino siguieron sus dos vicepresidentes, Ignacio González y Francisco Granados que, al final, han quedado fuera de la nueva ejecutiva del PP, pese a los intentos de Aguirre.

AZNAR, "MUDO" "Es evidente que no he sido escuchada a la hora de configurar el nuevo equipo", dijo ayer ante los periodistas. Esos mismos periodistas escucharon después a Mariano Rajoy, en una conversación informal, recordar que había situado a otros dos consejeros madrileños --Juan José Güemes y Alfredo Prada-- en su candidatura. Pero lo que Rajoy buscaba que se interpretase como un gesto de generosidad se entendió como un "intento de división" en el entorno aguirrista . El expresidente José María Aznar eludió siquiera comentar el resultado. "Me he vuelto mudo otra vez".

La baronesa madrileña se erigió ayer como portavoz de todos los hipotéticamente desterrados. Se quejó, y mucho, de que no hayan sido "integrados" Juan Costa, Manuel Pizarro, Gabriel Elorriaga y, especialmente, María San Gil. Y lanzó públicamente un mensaje a la nueva secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, para que se ocupe de unir sectores que, a su juicio, siguen sin cohesión tras el congreso. "Hay mucha gente muy buena en el comité ejecutivo nacional, pero también faltan muchos muy buenos", proclamó tras la clausura del cónclave.

"DE TODOS Y PARA TODOS" A De Cospedal no debió cogerle por sorpresa esa referencia explícita de su antigua jefa en la Comunidad de Madrid, puesto que, ese mismo día, habían desayunado juntas en un hotel valenciano. De hecho, parecía haber recogido el guante cuando, horas después y en su primer discurso como número dos, sostenía que se dispone a ser "una secretaria general de todos y para todos".

El nuevo responsable de justicia y libertades públicas, Federico Trillo, respondió que ha habido "oportunidades para todos" y que quien no está integrado es porque así lo ha querido. El vicesecretario territorial, Javier Arenas, analizó el motivo de los reproches de Aguirre: "El estado de ánimo de cada uno ya es una cuestión personal".

En este tenso contexto, hubo más críticos que, sin dejarse ver tan abiertamente, avisaban del peligro de haber cerrado "en falso" una herida interna tan profunda. ¿Logrará Rajoy hacer olvidar la sensación de "ensañamiento" que ha causado su renovación? Lo que es casi imposible es que recupere a María San Gil. Su mentor, Jaime Mayor Oreja advertía de que se seguirá hablando de ella y los ausentes.