La encrucijada identitaria de Ciudadanos está aun lejos de resolverse pero, por el momento y en lo concreto, el ala centrista capitaneada por el eurodiputado Luis Garicano parece imponerse al espíritu más derechizante. La ejecutiva de los liberales decidió ayer por unanimidad rechazar toda negociación con Vox, tras días de pugnas entre quienes prefieren amarrar pactos con el PP para los que necesitan también entenderse con los ultras y aquellos que se abren a explorar alianzas con el PSOE con tal de alejarse de Santiago Abascal.

Los criterios de negociación aprobados no prefiguran acuerdos a derecha o izquierda, pero se complican las conversaciones con el PP allí donde Vox es imprescindible y da oxígeno a Pedro Sáchez para plantear compensaciones creativas. La ultraderecha ya ha reaccionado metiendo presión: amenaza con tumbar los Presupuestos en Andalucía, algo que puede ser solo un órdago negociador o la primera grieta de un tripartito que flaquea.

La cúpula de Ciudadanos dejó de nadar y guardar la ropa. Por primera vez puso negro sobre blanco que no negociará con Vox y que, como máximo, se sentará con los ultras para «explicarles» los pactos a los que se ha llegado con el PP, que sigue siendo «socio prioritario» de un Albert Rivera atrapado entre la pulsión de ir de frente contra el partido al que quiere subyugar y la necesidad de cooperar con él para robarle el electorado.

155 e impuestos / Por primera vez, también, los liberales dejan la puerta abierta a pactos «puntuales» con el PSOE, que es lo mismo que decir que la dirección estatal negociará territorio a territorio con socialistas y populares. La Comunidad de Madrid (que el PP reclama a toda costa), Castilla y León, Aragón y Murcia están en juego.

Aunque los conservadores tienen grandes esperanzas de conseguir atar la mayor parte de estos feudos, lo cierto es que la última palabra la tiene Rivera y dependerá en buena medida del rumbo estratégico que el líder de Cs se marque. La decisión es un jarrón de agua fría para dirigentes regionales de Cs, como el madrileño Ignacio Aguado, que se niega a pactar con el PSOE, pero no descarta negociar con Vox.

«Vamos a intentar buscar pactos con PP y si no llegamos a un acuerdo, se abre la posibilidad de que si hay algún barón socialista que apruebe nuestra propuesta, podríamos buscar ese acuerdo y estar abiertos a ese acuerdo», subrayó Manuel Villegas.

RECHAZO DIALÉCTICO / El hombre fuerte de Rivera adelantó que para llegar a esa sintonía con el PSOE los líderes regionales deberían desmarcarse de la política territorial marcada por Sánchez, incluyendo la aplicación del 155. Fuentes de Cs admiten que este sería, evidentemente, un rechazo meramente dialéctico, puesto que los barones socialistas carecen de capacidad para ejecutar dicho precepto constitucional, y explican que en el terreno de lo pragmático las reclamaciones pasarían por no aumentar impuestos y medidas de regeneración democrática.

A Vox no le gustó el portazo. Abascal compareció para recordar que quiere «entrar en los gobiernos» y que no se va a conformar con una instantánea. «No queremos una foto ni con Albert Rivera ni con los representantes de Ciudadanos, si queremos una foto nos la hacemos con nuestra familia», señaló, para insistir en que no admitirá un «trágala». A saber: «Que nos den un acuerdo firmado y nosotros tengamos que apoyarlo».

El partido de ultraderecha refuerza su posición con el plante en Andalucía, donde anuncian que presentarán una enmienda a la totalidad que tumbe los Presupuestos, informa Julia Camacho. Se trata de una fórmula que, efectivamente, daría al traste con las primeras Cuentas públicas de PP-Cs puesto que necesitan el sostén de Vox. Sin embargo, no deja de ser una carta negociadora, ya que la enmienda puede retirarse hasta un instante antes de ser votada. Que Abascal esté dispuesto a dinamitar su entendimiento con conservadores y liberales está por ver. «No negociaremos con Vox. Cada partido va a ser responsable de su voto», advirtió Villegas.