En algún rincón de Madrid, Pablo Casado y Santiago Abascal aguardaron juntos el momento en el que los diputados de Vox tumbaron la elección del candidato popular a la presidencia de Murcia, Fernando López Miras, aseguran fuentes del partido ultra. Mientras, el secretario general de Cs, José Manuel Villegas, mantenía una conversación telefónica con el portavoz parlamentario de los voxistas, Iván Espinosa de los Monteros. Pero los contactos entre dirigentes no evitaron el encallamiento de las negociaciones a tres bandas ni la investidura de López Miras ni calmaron los nervios a que un escenario similar se produzca en la Comunidad de Madrid el próximo miércoles. Pasado el terremoto, liberales y extremistas han comenzado un intercambio de acusaciones para lograr situar la responsabilidad en el adversario. Una discusión que, desde Génova, ven con enfado y nerviosismo ante la posibilidad de perder la presidencia de ambos territorios.

Fuentes del partido de Abascal explicaron ayer que en la reunión que mantuvieron PP-Cs-Vox -la primera vez que se sientan los tres a la misma mesa- horas antes de la votación para elegir al presidente de la Región de Murcia, llegaron a un consenso que comprendía el «95%». Sin embargo, el elemento de discordia fue la petición de Vox de estampar las tres firmas en el mismo documento e inmortalizar el momento con una fotografía a cambio de sus votos, que resultan imprescindibles. Estas exigencias, señalaron las misma voces, supusieron el rechazo de Cs que mostró su preferencia por llegar a pactos por separado.

«Se han debido pensar que los de Vox nos chupamos el dedo y que nos pueden torear», sentenció su secretario general, Javier Ortega Smith, tras la constitución de las comisiones municipales del Ayuntamiento de Madrid. En este sentido, el dirigente de Vox lamentó que, tras estar cinco horas reunidos, constataran la falta de «seriedad en la negociación». Algo que, apuntó, les ha hecho perder «muchísima confianza» en la palabra de populares y liberales. Además, desde la formación ultra insisten en que el conflicto con los de Albert Rivera es un problema de «posicionamiento mediático» y que si de verdad tuvieran voluntad de alcanzar un acuerdo no tardarían «más de 10 minutos».

La réplica de Cs llegó desde su portavoz en el Congreso, Inés Arrimadas, que en el juego de culpas y responsabilidades pidió a la formación de extrema derecha que explicara «lo que va a pasar en Murcia» tras no permitir un gobierno de derechas. «Sabotaje» fue la palabra empleada por la líder naranja para describir la estrategia escogida por Abascal.

Así, exigió a los ultras que se dejaran de «pataletas, de bloqueos y de hacerle el juego a Podemos y al PSOE». «Vox le tendrá que explicar a sus votantes por qué ayer les hizo este regalo a los populistas de Podemos y al sanchismo», afirmó con rotundidad.

«Inmadurez política» / Mientras, en la sede popular de la madrileña calle Génova tuvieron críticas para sus dos socios preferentes. El vicesecretario de Organización del PP, Javier Maroto, lamentó la «inmadurez política» de ambos partidos y el «espectáculo» que dieron. «Cómo es posible que Ciudadanos (en Murcia) esté negociando durante cinco horas y sus jefes digan que están tomando un café y lo dinamiten todo», se preguntó reprochando las palabras de Villegas que rebajaban la reunión a un encuentro informal.

Reproches también contra los voxistas. «¿Qué tipo de partido es Vox, donde el presidente dice una cosa y se hace la contraria?», dijo Maroto sugiriendo la existencia de un supuesto pacto con Abascal para que los diputados de su partido se abstuvieran en Murcia y permitieran la investidura de López Miras, algo que desmienten en el partido de extrema derecha. Sea como fuera, ante el miedo de perder las presidencias de la Comunidad de Madrid y de la Región de Murcia, Maroto pidió a «hacer política con mayúsculas» y «entender que hay que acordar con partidos distintos, que no te puedes llevar siempre el cien por cien de lo que propones».