Poco a poco todo se está poniendo en su sitio en el bloque de las derechas. El PP ha vuelto a vestir el traje de árbitro que necesariamente se tuvo que poner en Andalucía, para lograr el pacto con el que conquistar la Junta en diciembre y ha convencido a unos y otros de que deben llegar a un entendimiento. Según fuentes populares, tanto Ciudadanos como Vox están virando ya para acercar unas posiciones que faciliten la investidura de los candidatos conservadores Isabel Díaz Ayuso y Fernando López Miras en Madrid y Murcia, respectivamente. Pero ambos han pedido tiempo, apenas unos días, para acabar de rectificar el rumbo y hacer gestos que puedan contentar al otro. Ciudadanos ha aceptado reuniones a tres con foto aunque solo sea para «informar» de los acuerdos de Gobierno con el PP y no para «negociar»; Vox ha rechazado asumir carteras y parece haber olvidado la condición que puso su líder, Santiago Abascal, de verse cara a cara con el presidente de los naranjas, Albert Rivera.

En Murcia, representantes de PP, Cs y Vox comentaron que creen que podrán llegar a un acuerdo para facilitar el Ejecutivo tras reunirse a iniciativa del partido de Rivera. Esa misma reunión se produjo en Madrid el martes, aunque no dio frutos por esa necesidad de ir modificando los discursos, muy distanciados durante muchas semanas en las que los ultras han cargado contra los naranjas mientras estos les trataban con desdén.

El portavoz de Vox en el Congreso, Iván Espinosa de los Monteros, dijo en un tuit que vio motivos «para la esperanza» en Madrid tras escuchar los discursos de Díaz Ayuso y Aguado en la Asamblea regional. Allí se vivió este miércoles un día histórico. Pero de los de verdad. Por primera vez hubo un pleno de investidura sin candidato, posibilidad que recoge el recién aprobado reglamento de la Cámara.

La sesión duró apenas una hora y Vox se coló en los discursos de todos los portavoces de los grupos parlamentarios, que hablaron 10 minutos cada uno. Fue el protagonista absoluto. El pleno no tenía intriga: era sin candidato y su convocatoria, la manera de que empiece el reloj de la democracia. Si antes del 10 de septiembre ningún candidato logra reunir los apoyos suficientes, se convocarán nuevas elecciones 54 días después.

La opción más probable, tras el entendimiento que se avista de las derechas, es que Díaz Ayuso acabe logrando los síes de Ciudadanos y de Vox y se convierta en presidenta. De hecho, Pablo Casado dijo el martes que ese día lleguará ya la semana que viene.