El tiento del fiscal general ha impedido que los autos de Garzón imputando a cargos del PP se hicieran públicos el sábado, víspera electoral, y que hoy estén implicados aforados nacionales. Pero los autos apuntan a un nexo entre las dos tramas de corrupción local (Madrid y Valencia), quizás vinculadas a financiación partidaria, con la dirección nacional del PP. Los autos imputan al presidente valenciano, Francisco Camps, dirigente del PP con mucho poder real y clave en la continuación de Rajoy al frente del PP. Pero así como en otro tiempo Garzón hablaba de la X del GAL, ahora parece dar rodeos buscando la X de una trama corrupta del PP en la dirección del partido anterior a Rajoy.

El PP ha reaccionado con gran indignación (aunque Rajoy ayer calló). Pero los modos justicieros, impetuosos y exhibicionistas de Garzón son iguales a los que practicó cuando el GAL. O de cuando ordenó la detención de Pinochet en Londres por crímenes contra la humanidad. O de cuando clausuró las sedes de Batasuna, definida como una sucursal de ETA. Y con el GAL y Batasuna, Garzón recibió exagerados aplausos del PP (y de la prensa amiga). Pero hoy se sabe que hubo GAL. No se concluyó que González fuera la X y el proceso fue sectario, porque solo enjuició la guerra sucia socialista, no las anteriores, pero hubo GAL. Hoy, tras la rápida lectura de los autos, parece que Garzón cree tener evidencias de una trama delictiva que intuye conectada con la cúpula del PP del periodo Aznar.

Rajoy prescindió de Francisco Correa --el arquitecto del negocio--, pero no lo fulminó. Siguió vivo en Madrid y Valencia. ¿Por qué? Quizás porque los apoyos de Correa, un desconocido que fue padrino de Agag en la boda con la hija de Aznar, eran altos. ¿Por qué Rajoy no liquidó a un sospechoso de usar el nombre del Partido Popular para negocios turbios? Quizás porque Rajoy, político frío y duro, no es de aquellos dispuestos a matar al padre.

¿Qué apunta Garzón? Dice que la trama de Correa se gestó en connivencia con Génova, y da pistas. Una es imputar al alcalde de Pozuelo (desde el 2003), Jesús Sepúlveda. Sepúlveda, antiguo marido de Ana Mato, pertenece al clan de Valladolid (amigos de José María Aznar cuando presidía Castilla y León) y fue secretario ejecutivo de acción electoral del Partido Popular y quien fichó a Francisco Correa para el aparato electoral, desde donde se tejió la red. Francisco Correa no tiene, pues, solo lazos con el clan de Becerril (sus fotos son las de la boda de El Escorial) sino también con el de Valladolid (Sepúlveda).

Hoy el juez Baltasar Garzón indaga otra posible X tras los clanes de Becerril y Valladolid. Si en los primeros 90 la X apuntaba a Felipe González, ahora puede hacerlo a José María Aznar. Al cazador Garzón le va el magnicidio judicial.