La publicación por El Periòdic d´Andorra de una encuesta "fuera de plazo" le ha puesto un plus de emoción a este extenuante fin de campaña. De repente, la sombra del empate técnico entre los dos partidos mayoritarios (con una participación del 68%, netamente inferior a la de hace cuatro años) vuelve a proyectarse sobre las ansias, las aprensiones y los gestos de José Luis Rodríguez Zapatero, Mariano Rajoy y los demás cabezas de cartel. Desde el PSOE se multiplican los llamamientos a pelear hasta el último momento; desde el PP se multiplicaron los gestos triunfalistas y se exhibe una autoconfianza impresionante. Arrinconados y con unas expectativas no demasiado halagüeñas, los minoritarios reclaman el sufragio de quienes no tragan con el bipartidismo.

Sería por el sondeo andorrano o porque realmente se lo pedía el cuerpo, el caso es que Mariano Rajoy, que ayer recaló en Teruel y luego en Valencia, se tiró más largo que nunca: "Voy a ganar las elecciones con mi niña --proclamó--. Los del PSOE andan con los pelos de punta ante la que se les viene encima. A Zapatero ni le cabe la camisa".

Augurios desastrosos

Para darle munición y jalearle el final apoteósico, los medios de comunicación más derechistas alumbraban augurios desastrosos (en lo económico) y lanzaban golpes bajos al adversario (socialista). Hay euforia en el campo conservador. Rajoy lo explicó de forma bastante lógica: "Nos van a votar quienes ya lo hicieron en el 2004 en las peores condiciones, y además contamos con muchos que entonces no nos apoyaron pero ahora miran hacia nosotros".

Reafirmando esta visión, la derecha valenciana dispensó al candidato del PP un extraordinario recibimiento. Si la pasada semana fue Zapatero quien abarrotó la plaza de toros de la ciudad del Turia, esta vez el lleno se produjo ¡tres horas antes de que diera comienzo el mitin!

Por eso Zapatero pide el voto. De la tercera edad (con cuyos representantes andaluces se reunió por la mañana), de los catalanes, de los jóvenes, de quien sea. Alonso, el ministro de Defensa, que se presenta por León, lo repitió por enésima vez: "Hay que seguir trabajando hasta el último minuto sin dar nada por ganado". ¿No había explicado Rajoy, a su vez, que esta carrera se decidirá en la última curva?

En el Palau Sant Jordi, en Barcelona, Zapatero le echó un pulso a su oponente. El socialista reunió a más de treinta mil seguidores; el del PP, a más de veinte mil. Aunque, claro, no es lo mismo batir récords llenando grandes aforos que llenando las urnas. Sabemos hoy que este domingo amanecerá despejado o seminuboso en la mayor parte de España, estará fresquito el día en la mitad norte y más agradable en el sur. ¿Será suficiente para que el personal se anime a pasar por los colegios electorales?

Lo demás, de carril. PSE-EE, PP y Aralar rematarán la campaña en el País Vasco organizando cada cual una multitudinaria comida (o cena); los otros partidos lo harán en plan clásico: mitineando. ¡Ah! Y ya que hablamos del País Vasco, la anécdota de ayer tuvo como protagonista al conservador Eduardo Zaplana, que repartía folletos del PP en San Sebastián. Le dio uno a José Luis Alvarez Enparantza, Txillardegi, fundador de ETA. Por supuesto, Alvarez Enparantza es hoy un octogenario, y aunque su hijo Joseba está en la cárcel por pertenecer a la dirección de Batasuna, su hermano fue concejal de Alianza Popular. Dicen que el exetarra cogió el papel y se marchó sin decir palabra. Zaplana ni se enteró de lo sucedido. Alguien se lo contaría luego.