La Policía Nacional ha detenido a 12 personas, todas ellas de origen búlgaro, acusadas de pertenecer a una red dedicada a la falsificación de tarjetas de crédito mediante la instalación de dispositivos en cajeros automáticos de países de todo el mundo.

La organización, que utilizaba España como punto de extracción de efectivo, disponía de "células operativas" por todo el mundo y en cada "golpe" obtenía un botín de entre 400.000 y 600.000 euros, por lo que se calcula que el montante total de lo defraudado asciende a unos 5 millones de euros, según informa la Dirección General de la Policía y la Guardia Civil.

Las investigaciones se iniciaron hace meses, cuando la Policía se percató de la existencia de una red cuyos miembros se desplazaban desde distintos puntos de Europa (Alemania, España y Bulgaria fundamentalmente) hasta islas del Caribe como Barbados, Aruba, Islas Vírgenes, Maldivas y Seychelles, donde copiaban las bandas magnéticas de las tarjetas de crédito de los turistas. Una vez copiadas, otros miembros de la organización se dirigían a países europeos, donde procedían a realizar las extracciones en metálico.

La red utilizaba España para realizar las extracciones hasta que, tras producirse las primeras detenciones a principios de 2007, sus responsables decidieron hacerlo en Portugal. La Brigada Provincial de Policía Judicial de Madrid averiguó entonces que se iba a producir en Lisboa una reunión de la organización al más alto nivel y solicitó la colaboración de la UDEV Central, de la Comisaría General de Policía Judicial y de las autoridades policiales lusas.

Gracias a esa colaboración se procedió a la detención de ocho personas en Portugal, a las que se intervino dieciséis mil euros, y numerosos útiles para falsificar tarjetas de crédito. Entre los arrestados se encuentra el líder de la organización, Mirko G., de 37 años; su mano derecha, Miroslava H.A., de 32; y dos de las células operativas más importantes.

Además, con los datos obtenidos en esa operación se descubrió que la red contaba con un piso de seguridad en Madrid donde se almacenaba gran parte del material electrónico, mientras que en la cercana localidad de Collado Villalba disponían de una importante infraestructura para el alquiler de coches, los intermediarios para los envíos de dinero y la recepción del mismo.