En la cervecería Domi, del barrio vigués de Teis, colgaba ayer el cartel de "Cerrado por defunción". Lo puso su dueña, la hermana de Jesús Casal Rivera, un joven de 26 años que murió en el helicóptero que se estrelló en Herat. Ayer fue un día de luto en Galicia, una jornada para recordar a los que en esta comunidad ya llaman "los héroes de Afganistán". Algunos de ellos pertenecían a una unidad de élite llamada Los lobos . "Cuando el cuerpo dice basta, la mente dice adelante", era su lema. En la base de Figueirido (Pontevedra), la máxima ayer era prácticamente al revés. Los soldados estaban consternados, pero continuaban con su actividad. Los mandos suspendieron los permisos y vacaciones y obligaron a todo el personal a reincorporarse para que estuvieran presentes en la visita de hoy de Zapatero.

Uno de los que tienen que reincorporarse es Abraham Bernárdez, un joven vigués que sirve en la Primera Compañía de Fusiles de Figueirido. Bernárdez recordaba ayer la última vez que estuvo con Jesús Casal, fallecido en Afganistán. Fue en la cantina del cuartel, en julio, "bromeando sobre el color del uniforme" de la compañía. "De no estar de vacaciones, yo podría haber ido en el helicóptero", decía.

Otro vigués fallecido en la misión, Daniel Abreu, casado y padre primerizo, era "un apasionado de su trabajo", recordaba su padre, Eugenio. "No porque fuera nacionalista o facha, sino porque era español y a él le gustaba participar de ese sentimiento en el Ejército".

Primera misión

Los compañeros de otro de los fallecidos, Diego González, de 27 años, contaban que a éste "le gustaba la aventura" y que la de Afganistán era su primera misión internacional. Pidió ir porque necesitaba dinero para casarse. Desde ayer, la bandera del ayuntamiento de su pueblo, Cudeiro (Ourense), ondea a media asta. La misma señal puede verse en los pueblos pontevedreses de Moaña, Barro y Caldas, de donde es originaria la familia de Pedro Sanmartín Pereira, un soldado que se fue "muy ilusionado" a Afganistán, según Gerino Calvo, amigo de sus parientes. "Son de esos vecinos que se convierten en familia", dice. Por eso el Ayuntamiento de Caldas decidió aplazar la feria.

Tampoco estaban para fiestas en Ferrol, de donde era el más joven de los fallecidos, Isaac Calvo Piñeiro, de 20 años, "un misionero del siglo XXI", como le llama su tío. Ni en Ribeira, localidad de José Angel Martínez Parada, de 21 años, francotirador de élite que ya no podrá disfrutar de la casa de piedra que unos familiares habían rehabilitado para él. Ni en Lugo, de donde eran Iván Vázquez Núñez y Pablo Iglesias Sancho, que llegó al Ejército siguiendo los pasos de su abuelo. Ni en Vilalba (Lugo), donde los fines de semana Diego Prado López, de 20 años, visitaba a sus parientes.

Fue una jornada triste también para la familia de Javier González Hernández, madrileño que se había quedado en Galicia tras casarse con una pontevedresa; y para los parientes de José González Bernardino, ovetense de 31 años, casado, padre de una niña de 7 años, que planeaba trasladarse a Asturias, donde será enterrado. José, que era huérfano, había llamado un día antes de la tragedia a su abuela paterna, Eutiquia Reguera, que explicó: "Me dijo que estuviera tranquila, que cuando volviera vendría a verme". También telefoneó a su esposa, Silvia Espino --"No te preocupes, esto es muy tranquilo", le dijo--. "Sabía que estaba allí, que había ido a hacer maniobras", decía la viuda.