Un día antes del inicio del juicio a la primera etapa ‘Gurtel’ -que se retoma por cierto este lunes-, el PP y la Fundación para el análisis y los estudios sociales (FAES), capitaneada por José María Aznar, anunciaron por sorpresa que dejaban de estar vinculados. Ambas partes señalaron que el ‘divorcio’ se producía de mutuo acuerdo. En los días posteriores han evidenciado que, efectivamente, estaban deseando separarse. Las relaciones entre Mariano Rajoy y Aznar llevan años rotas, aunque sin duda el mencionado proceso judicial las ha empeorado y mucho. El expresidente, cada vez que tiene ocasión, aprovecha para meter el dedo en el ojo al que fuera su delfín, quien tampoco ha hecho grandes esfuerzos por recomponer los vínculos entre ambos. Las hostilidades han ido además en aumento desde que se anunció, coincidiendo con la llegada de la 'trama Gürtel' al banquillo de la Audiencia, una ruptura que, oficialmente, tuvo lugar porque la FAES ha perdido el 70% de las subvenciones tras la reforma de la ley de partidos y prefiere buscarse el sustento al margen de las ayudas públicas.

Pero la actual cúpula popular no disimula sus ganas de marcar distancia. Para tratar de desvincularse del juicio a la ‘Gurtel’, argumenta que las prácticas cuya ilegalidad se juzgan en estos momentos pertenecen al pasado, concretamente a la etapa dirigida por Aznar. En un ‘argumentario’ interno enviado hace días a sus dirigentes para que traten de salir airosos -ante las acusaciones lanzadas o que puedan lanzar Francisco Correa y otros implicados- en comparecencias públicas y platós de televisión aconsejan que se recalque que los exalcaldes y dirigentes que están acusados ya no pertenecen al PP. Que todos dejaron de trabajar para el partido precisamente "en el 2004", cuando Rajoy tomó el relevo en la presidencia de la formación. Lo que el documento interno obvia, con toda intención, es que el actual líder formaba parte del núcleo duro de la dirección también en la 'era Aznar' y que fue el responsable de dos campañas electorales del expresidente.

Fieles a este argumentario, la secretaria general, Dolores de Cospedal, o el propio Rajoy, han tratado de zafarse del espinoso tema alegando que se están juzgando “acontecimientos que ocurrieron hace muchos años”. La primera, autora de la famosa frase que “cada palo aguante su vela”, que pronunció en enero del 2003, cuando ya se había destapado el escándalo y se interpretó como un mensaje interno a Aznar, ha ido más allá últimamente y ha mostrado un “legítimo orgullo” de que los procesados abandonaran la embarcación popular hace tiempo.

LA RESPUESTA DE LA FUNDACIÓN

Como era de esperar a Aznar no le ha gustado nada que, de nuevo, la organización que un día lideró le dé la espalda. Eso dicen algunos de sus colaboradores. En una intervención reciente en un foro internacional recomendó paciencia para que el paso del tiempo permita que todo se aclare, aunque eludió mencionar el caso Gürtel. De lo que no se ha privado ha sido de utilizar su fundación, FAES, para hacer público un editorial -introducido en sus 'Cuadernos de pensamiento político'- en el que muestra su desconfianza hacia la situación actual y la capacidad de Rajoy, si sale investido con laabstención del PSOE esta misma semana, para poder impulsar transformaciones de calado con la única garantía cierta de sus 137 diputados.

“Un gobierno por descarte no va a ser suficiente para abordar laagenda reformista que España tiene planteada”, advierte para, a continuación, sentenciar que, “por sí sola, una mayoría parlamentaria, en ausencia de un proyecto político ampliamente compartido por el conjunto de la sociedad y del territorio, no podrá asegurar un cambio significativo en la situación de fondo”. En este contexto, comienza una nueva tanda de declaraciones ante la Audiencia Nacional (le toca el turno a los empleados de Francisco Correa, empezando por Pablo Crespo). Está por ver si eso ayuda o empeora en el devenir de la relaciones entre las dos instituciones recien divorciadas.