El equipo de campaña le había preparado como aperitivo un vídeo de poco más de un minuto en el que se describen las virtudes de su personalidad con palabras que empiezan con R de Rubalcaba. "Racional, rápido, razonable, realista, receptivo, reconocido, reconocible, recto, reflexivo, reformista, regenerador, relajado, relator, relevante, reposado, representativo, resistente, resolutivo, respetable, respetuoso, riguroso, risueño". Así que el candidato se colocó ante los micrófonos con su mejor sonrisa, satisfecho por la acogida, bromista pero nervioso, lo que le llevó a confesar que, aunque lo dijera el espot, ese no era precisamente su momento más relajado. Fue solo al principio. Luego se le vio sereno y seguro en la explicación y la defensa de un proyecto más de izquierdas y que pareció próximo a las preocupaciones de los ciudadanos.

"Lo importante ha sido el tono pedagógico, la capacidad que tiene de explicar las cosas", se felicitaban los dirigentes del PSOE a la salida, subrayando el estilo más didáctico y menos de frases hechas de Rubalcaba. Los comentarios denotaban el convencimiento de que la personalidad del candidato es para los socialistas un aspecto fundamental de su apuesta electoral. El más importante. Más que las propuestas que desgranó y que parecieron devolver el ánimo a los presentes que, pese a la hecatombe electoral del 22 de mayo, salieron reconfortados.

Rubalcaba les gustó por varias razones. Porque transmitió cercanía y normalidad, por su manera de expresarse pausada y alejada del tono mitinero, porque se declaró orgulloso de ser socialista, de haber formado parte de los gobiernos de González y de Zapatero, porque les dijo que nunca se había "arrugado ante ningún reto" y porque declaró que será infatigable en su esfuerzo por "convencer a muchos millones de españoles de que vuelvan a confiar" en los socialistas. Y, también, porque saben que su candidato tiene esa dedicación sin fin a la política. "El 95% de la vida de Alfredo es la política", dicen sus amigos. Por eso, una de las novedades fue la presencia en primera fila de Pilar Goya, la esposa del aspirante, que se ha mantenido siempre alejada de los focos y que ayer le abrazó emocionada, lo que permitió ver un aspecto inédito, el Rubalcaba familiar.

Los socialistas estaban contentos por más motivos. Porque en el último año se lamentaban de la falta de un relato sobre las razones de las medidas anticrisis, de que solo una parte de la sociedad cargara con las consecuencias y del distanciamiento con sus votantes.

Y ayer el candidato les explicó el giro político de hace un año, que hundió la popularidad de Zapatero y las expectativas electorales de los socialistas, narrando cómo vivió la noche de ese 9 de mayo con el presidente del Gobierno y cómo la única obsesión "de José Luis era que no nos pasara lo que le iba a pasar a Grecia".

Argumentos sencillos

"Esa noche no habló de votos, ni de su futuro político, ni del PSOE", dijo. Rubalcaba rindió así homenaje a quien le ha cedido el liderazgo electoral del socialismo español. Con argumentos sencillos explicó también por qué hay que reducir el déficit o pagar la deuda o por qué adoptar reformas como la del mercado de trabajo. Pero a lo que dedicó más tiempo fue a explicar sus propuestas para que las entidades financieras dediquen una parte de sus beneficios a crear empleo y que los ricos que no han sufrido la depresión contribuyan con impuestos a "que todos salgamos a la vez de la crisis". Fueron ideas aclamadas por el público. Como lo fue su compromiso de estudiar una reforma electoral y de evitar enfrentamientos estériles entre políticos que tanto les alejan de los ciudadanos. En su estreno como candidato, Rubalcaba sedujo a los suyos. Queda por ver si reconquistará a los electores.