El asesinato, el pasado viernes, del exconcejal socialista Isaías Carrasco ha evidenciado, tras una aparente unidad, las diferencias entre PSOE y PP. La sombra del fallido proceso de paz, causa de divorcio entre ambos, ha planeado sobre la campaña. Zapatero garantiza que no volverá a dialogar con ETA hasta que esta anuncie su disolución, y entretanto promete que si pierde apoyará al Gobierno en la lucha antiterrorista "sin condiciones", pero exige lo mismo --sin éxito-- a Mariano Rajoy. Sus propuestas: colaboración internacional para combatir a ETA y unidad política para aislarla. 500 nuevos policías y guardias civiles para combatir el terrorismo islamista.

La recuperación del consenso anti-ETA debe basarse, según el líder conservador, en la renuncia a toda "negociación política" y en el establecimiento de su "derrota" como único objetivo. Incluso propone una declaración institucional del Congreso, que en la práctica derogaría la resolución del 2005 que abrió la puerta al proceso de diálogo. 2.000 agentes más para la lucha antiterrorista, y una reforma del Código Penal que determine que los delitos de terrorismo no prescriben completan la oferta del Partido Popular. Y, frente al terrorismo islamista, más cooperación internacional.