Pese a que los convergentes y sus aliados democristianos coinciden en que una ruptura de CiU sería fatal para ambos, la pugna interna sube de tono día tras día. Ayer, el líder de Unió, Josep Antoni Duran Lleida, acusó al partido de Artur Mas, Convergència Democràtica, de haberle faltado al respeto al insinuar que él "se toca los cataplines".

Mas se sentó a esperar a que el líder de Unió decida si quiere o no quiere ser el candidato de CiU en la legislativas de marzo. Duran suspendió su decisión al respecto a la espera de conocer en detalle la propuesta de Mas de refundar el catalanismo.

Duran reaccionó con enojo a la nota emitida la víspera por la dirección de CDC, que le emplazaba a ponerse a trabajar de inmediato de cara a los comicios de marzo. Duran consideró, en declaraciones a TVE, una falta de respeto "tremenda" que CDC sugiera que Unió está de brazos cruzados.

Mas, instalado en la posición de espera, pronosticó que Duran "mantendrá la apuesta" de ser el candidato de CiU, pero apostilló: "Y si en algún momento, por la razón que sea, cambia de opinión, aunque espero y confío que no lo haga, evidentemente nos lo dirá".