EEUU no creía que José Luis Rodríguez Zapatero cumpliría su promesa electoral de retirar las tropas españolas de Irak cuando fue elegido presidente del Gobierno, en marzo del 2004. Así lo revelan los cables diplómáticos estadounidenses filtrados por Wikileaks, que narran también la política de presiones perpetrada por la embajada en Madrid y las quejas del Gobierno español por el ninguneo al que sometieron a España tras la decisión.

Según revela el diario El País, a EEUU le cogió por sorpresa la victoria electoral del PSOE en el 2004 y creyó que podría hacer que Zapatero no cumpliera su promesa. Según cuenta el embajador George L. Argyros, el presidente del Gobierno "probablemente sea un interlocutor difícil pero manejable y acarrea el escepticismo típico de la izquierda española contra EEUU". Y sugiere como estrategia una resolución que diera más poder a la ONU para que el Gobierno español pueda "salvar la cara" y presiones desde otros gobiernos europeos. Incluso, sugería que se invitara a Zapatero a Washington pra influir en su devisión.

Antre la retirada efectiva de las tropas, anunciada al día siguiente de su toma de posesión, el 18 de abril, la embajada estadounidense insiste en que no hay problema para seguir usando las bases estadounidenses en Morón y Rota, e incluso que están dispuestos a aumentar la presencia en Afganistán, pero que el ministro de Defensa, José Bono, insiste en que no se presente como una compensación y reclama que se moderen las críticas más duras contra España, a la que se acusa en medios ultraconservadores de "haberse rendido a Al Qaeda".

Será Chaves, presidente del PSOE, quien justifique la retirada de las tropas como "la retirada de la guerra de Aznar", que tuvo la oposición del pueblo español. Esta postura se percibe en la embajada como un "antiamericanismo" y a partir de ahí comienzan los desencuentros, que se escenifican en la ausencia del embajador estadounidense del desfile del 12 de octubre. Será Moratinos, ministro de Asuntos Exteriores, quien proteste ante el trato que recibía España respecto a otros países y reclama que se le considere como lo que es, "la octava potencia mundial".