El último capítulo de las revelaciones de secretos diplomáticos servido en bandeja por Wikileaks y filtrado por entregas por El País apuntó ayer a la presidencia española de la Unión Europea (UE) en el primer semestre de este año. Según los cables confidenciales del Departamento de Estado de EEUU, hubo un asunto que generó mucho trabajo diplomático, en la sombra, para tratar de frenar la estrategia del entonces ministro de Exteriores, Miguel Angel Moratinos. España quería aprovechar su presidencia de turno para poner sobre la mesa una vieja aspiración de José Luis Rodríguez Zapatero: el levantamiento del embargo de venta de armas a China que la UE estableció en 1989, tras la matanza de Tiananmen.

El primero en destapar esas intenciones fue el embajador español en China, Carlos Blasco, quien le dijo a la prensa de ese país que España aprovecharía la presidencia de turno para iniciar un diálogo con el fin de terminar con el embargo. Una semana después, Moratinos confirmó públicamente esas intenciones.

El plan español puso en alerta a la jefa de la diplomacia estadounidense, Hillary Clinton, que envió a todas sus embajadas ante los 27 miembros de la UE un cable tajante: "Requerimos a todas las embajadas para que reiteren a los gobiernos de la UE que EEUU mantiene su firme oposición a cualquier levantamiento del embargo. Levantarlo tendría serias consecuencias para la seguridad y la estabilidad de la región del Pacífico. En términos de derechos humanos, el Gobierno chino ha ignorado en los últimos meses la preocupación internacional en asuntos específicos como demuestra la sentencia a 11 años de cárcel para Liu Xiaobo y la ejecución del ciudadano británico Akmal Shaikh".

OPOSICION COORDINADA La reacción no se hizo esperar y rápidamente España se encontró con una oposición fuerte, bien organizada y coordinada por la presión de Washington. "La sugerencia de España de que habrá algún movimiento en el embargo es un humo sin fuego", le dijo a EEUU Matthew Moody, responsable de China en el Ministerio de Exteriores británico.

El movimiento de Moratinos y de su embajador en China provocó muchos recelos en sus socios europeos. Alexander McLachlan, el consejero político de la representación de la UE en China, fue claro, según otro de los cables confidenciales: "Algunos miembros de la UE están molestos. El embajador español ha dado a los chinos la desafortunada impresión de que hay diferencias explotables entre miembros de la UE sobre el asunto del embargo de armas".

Finalmente, el 30 de junio, a tres días de concluir la presidencia española, Moratinos admitió que no había consenso entre los gobiernos de la UE para acabar con el embargo: "De momento las condiciones no se dan para ese levantamiento del embargo, pero no se puede eludir que hay que plantearlo y discutirlo".

INTERESES CRECIENTES Pero el interés de España por China no es nuevo. Ya en 1989, con Felipe González, Francisco Fernández Ordóñez, ministro de Asuntos Exteriores, fue el primer representante de la UE en pisar suelo chino después de la matanza de Tiananmen. A nivel empresarial, las relaciones van en aumento, con grandes operaciones como la compra por parte de Telefónica del 8% de China Unicom, la segunda operadora del mayor mercado del mundo. Mientras, Fomento busca la financiación de fondos chinos para la construcción de obras del AVE.

De hecho, Zapatero --recibido en septiembre en Shangái como "el mejor amigo de China en la UE"-- considera crucial la relación con Pekín. Tanto que España fue de los últimos países en reclamar a China que liberara a Liu Xiaobo después de que le concedieran el premio Nobel. El Gobierno no quería irritar al gigante asiático, siempre dispuesto a intercambiar negocios por silencio sobre sus ataques a los derechos humanos.