Si José Luis Rodríguez Zapatero ofreció o no al socialista Gregorio Peces-Barba la candidatura a la presidencia madrileña, sólo ellos dos lo saben. La especie circulaba desde hacía días por Madrid, pero ayer, durante unas horas, el diputado del PSOE Ramón Jáuregui le dio carta de naturaleza al confirmar la oferta en declaraciones a Radio Euskadi. El embrollo se completó cuando, tras una llamada de la cúpula del PSOE, Jáuregui se desdijo públicamente.

La secuencia del enredo fue la siguiente. Primero, Jáuregui declaró que, tras el escándalo de la Asamblea de Madrid, Zapatero pensó en prescindir del candidato socialista, Rafael Simancas, y "jugar" con otro nombre "de muchísima fuerza y solvencia". A tal efecto, siempre según las primera versión de Jáuregui, el líder del PSOE mantuvo un "contacto personal" con Peces-Barba, ponente de la Constitución, expresidente del Congreso y rector de la Universidad Carlos III de Madrid. Este llegó a esbozar "un atisbo de aceptación", aunque, según Jáuregui, "otros problemas" no desvelados llevaron a Zapatero a sostener la "inocencia" de Simancas y mantenerlo en el cargo.

Más tarde, y tras recibir "información directa" de la dirección socialista, Jáuregui aclaró que hablaba "de oídas" y que sus palabras se habían "manipulado". El socialista dijo no tener constancia de la oferta de Zapatero a Peces-Barba, y que el candidato "siempre" fue Simancas, obviedad que no desmiente la supuesta maniobra contra Simancas.