Entre las informaciones sobre la campaña electoral, a veces uno se encuentra con el fogonazo de una historia verdadera. La entrevista que mi compañero de Plasencia, Eduardo Villanueva, publicó ayer a Lourdes Sánchez, placentina de 24 años, me pareció que tenía el inestimable y delicado valor de lo real. Lourdes lleva más de año y medio en paro y asegura que ha perdido el interés por buscar un empleo. Su razonamiento es incontestable: "No busco trabajo porque no lo hay. Y no me formo porque los cursos del Sexpe no me interesan en absoluto". Por supuesto, Lourdes no cree en los políticos ni en la política. Solo faltaba.

Ignoro si alguno de los candidatos leyeron la entrevista ni por tanto sé si, en el caso de que la leyeran, les produjo alguna reacción, pero si yo fuera un candidato me plantearía alguna duda sobre lo que estoy haciendo si Lourdes no entra en mis planes. Más: si mis planes, como político, no sirven para que Lourdes encuentre la manera de tener el futuro a que tiene derecho.

Si en un arrebato de sinceridad alguno de nuestros candidatos sintiera que su programa es ilusorio, que sus mítines son demasiado retóricos para encubrir la falta de ideas y que las promesas que con tanto ardor defienden no son más que el humo de la paja, piense en Lourdes; encuentre a Lourdes y pregúntele qué tiene que hacer para que una joven como ella tenga en su ciudad y en su región el futuro a que tiene derecho. No sé si con el programa que ella le planteara vencería en las elecciones pero, al menos, se habría ganado el derecho a que lo consiguiera. Porque Lourdes plantea la solución a su problema, sí, lógico; pero también la solución de la Política, que es la de hacer posible que los derechos de los ciudadanos se cumplan.