Siento reventar la broma, pero es que está llegando demasiado lejos. El sentido del humor de Antonio María Rouco Varela, el jefe de la Iglesia católica española, es excesivo, y puede conducir a graves equívocos. Las declaraciones sobre Haití de José Ignacio Munilla, obispo de San Sebastián, su cómplice en la broma, van a ser aclaradas en unos días. ¿Alguien puede creerse que Munilla diga en serio que es más grave nuestra situación espiritual que la muerte, el desamparo, el hambre de centenares de miles de personas en Haití?

Lo que pasa es que a Rouco se le está yendo la mano con esto de las gracietas. Por ejemplo, la del otro obispo que dijo que lo lógico era morir sufriendo como el Señor en la cruz, y no tomar analgésicos en el trance de las enfermedades terminales. O las muchas de Juan Antonio Martínez Camino, espada flamígera de la Iglesia española.

La Iglesia española no puede creer en serio esas cosas. Como no creía que fuera justo matar a los rojos cuando acabó la guerra civil, como no cree de veras que una chica violada que resulte embarazada no pueda abortar. Lo que pasa es que, aunque sepamos que no va en serio, ya está bien de bromas. Porque las hacen mientras juegan con el dinero que el presidente del Gobierno, al que no le dejarían comulgar si lo intentara, ha decidido que reciban.

A mí me molesta especialmente que las bromitas conduzcan a la identificación de la palabra española con la de ser de ultraderecha. Estos fachones impiden que se sepa que toda la Iglesia en este país, con sus excepciones, ha comulgado siempre con las mismas ideas. El elogiado obispo de Vitoria durante la guerra, Múgica, era tan salvaje en su pensamiento social y moral como Gomà y Plà y Deniel, pero su condición de nacionalista vasco le llevó a no firmar la declaración de cruzada a la rebelión de Franco, y eso le dio prestigio moral. El único que se opuso por razones decentes fue el de Tarragona, Vidal i Barraquer; no por catalán, sino por piadoso.

Ahora, Munilla nos va a hacer creer que el clero que le rechaza en Euskadi es progresista, cuando le pasa lo mismo que al de 1936, que son fachones pero de allí, o sea, que apoyan en gran parte a los nazis de HB o a los racistas de Arzalluz.

Cada secuaz de Rouco apacienta a sus ovejas salvajes. Estos en vez de la comunión dan hostias. ¿O quizá era broma?