Joan Puigcercós lanzó ayer un mensaje a todo aquel que quiera darse por aludido. El día de su proclamación oficial como candidato a la Generalitat, el presidente de ERC presentó las credenciales que defenderá durante el próximo año y que señalan en la dirección de un independentismo transversal, aquel que sea capaz de atraer electores de todas las fuentes potenciales. Es cierto que situó el derecho a decidir de Cataluña en el eje central de la acción política que quiere para "la próxima legislatura", pero no es menos cierto que, antes de proclamar tal cosa, advirtió de que esa meta solo podrá alcanzarse si va en paralelo a un "independentismo económico y social".

Con el 94% de apoyos, un apacible consejo nacional republicano, celebrado a tres grados junto al simbólico santuario de Núria, en el que se redactó el primer Estatuto de autonomía catalán, avaló el proyecto de Puigcercós como cartel electoral.

EL OCASO Puigcercós releva al antiguo candidato Josep Lluís Carod Rovira cuya progresión quedó cercenada el 26 de enero del 2004. Ese día trascendió su reunión con ETA en Perpignan. Por la tarde, ya no era consejero jefe de la Generalitat. Carod, ERC y el tripartito quedaron marcados. El pasó a ser la bestia negra de la política española, relevando al peneuvista Xabier Arzalluz. Se ponía así freno a una carrera que inició en 1996 cuando heredó una ERC agrietada y arruinada, y le dio la vuelta como a un calcetín. Sus consignas eran claras: abrir el partido a quienes defendiesen la autodeterminación, aunque no fueran independentistas. Se puso como ejemplo de catalanismo integrador, al ser hijo de catalana y aragonés. Ahora Puigcercós le ha señalado la puerta de atrás.