El debate sobre la cuarta prórroga del estado de alarma, celebrado la pasada semana en el Congreso, supuso el inicio del desconfinamiento político en España y en Cataluña. Hasta esa fecha poner sobre la mesa cualquier cosa que no estuviera íntimamente relacionado con la pandemia suponía romper un marco mental de urgencia y solidaridad que tenía funestas repercusiones en las encuestas. Ese es el análisis que ERC ha hecho de la situación nacida hace dos meses, en la que, hasta el pasado miércoles, apoyaron las sucesivas prórrogas aun cuando se mostraban disconformes con el proceder de Pedro Sánchez.

ERC ya tiene una experiencia en el trato con el premier socialista. Ambas partes se conocen más que bien. Y en las últimas dos semanas, los republicanos han endurecido el fondo y las formas con la pretensión de presionar a Sánchez. Primero con el no a la cuarta prórroga, después advirtiendo de que esa negativa se puede mantener para la quinta extensión del decreto y, finalmente, exigiendo que se ponga fecha ya a la segunda reunión de la mesa entre gobiernos para la solución del conflicto catalán.

Una fuente de ERC se muestra simpáticamente molesta cuando se le pregunta por ese cambio de tono: «No debería ser ERC el sujeto a estudiar, sino el PSOE. No pueden contar con que nos van a tener siempre a mano para darles apoyo. Se lo tienen que ganar día a día». De ahí el puñetazo en la mesa de la semana pasada en el Congreso.

Las diferencias en el seno republicano no nacen nunca de la actuación de Sánchez, sino si, a pesar de ella, cabe o no apoyar un decreto de alarma. «Siempre hemos actuado con responsabilidad. En una crisis era preciso cooperar y lo hicimos. Y esa misma responsabilidad nos hace decir que se están aprovechando del estado de alarma».

«No nos creemos al Gobierno», afirma una de las voces que conoce el trasiego de mensajes entre el partido y el Gobierno. Para apoyar la quinta prórroga, los republicanos exigen cuestiones muy concretas. Así, se reclama el retorno de las competencias a la Generalitat, un permiso retribuido a los trabajadores con niños en casa (aun sin escuela) y el permiso a los ayuntamientos para que inviertan en la lucha contra los efectos del covid-19.

El otro gran asunto es el retorno del diálogo entre gobiernos. Como en el caso de Quim Torra y las elecciones, el ahora no toca es la coartada del Gobierno para dar largas al asunto. Pero ERC no cederá facilmente. El partido niega que le mueva el cálculo electoral porque el horizonte de los comicios «es desconocido». Pero sí admiten que la aprobación continua de lo que Sánchez les ponga por delante, sin mediar diálogo ni negociación, es munición en manos de JxCat. X. B.