Durante la campaña, Mariano Rajoy regañó vía whatsapp a más de un dirigente que había manifestado su apoyo a Pablo Casado. Pese a la neutralidad prometida, y mantenida solo públicamente, la preferencia del expresidente por Soraya Sáenz de Santamaría era lo más natural. Era la persona que mejor podía defender su legado, en la que ella ha participado tanto como él. Santamaría ha sido su mano derecha durante los últimos diez años.

La 'vicetodo', sin embargo, fracasó en sus cálculos electorales y, pese a conquistar a la militancia en la primera vuelta, no supo ganarse a los compromisarios, más entregados a la vida de un partido que, llegada la hora de la verdad, le ha dado la espalda. Ahora, deberá decidir si se integra en un PP que con la elección de Casado ha dado un giro a la derecha o si, pese a sus promesas en campaña, da un paso atrás y deja la primera línea de la política.

Rajoy otorgó a Santamaría la única vicepresidencia, la portavocía del Ejecutivo y también el control del Centro Nacional de Inteligencia (CNI). Así que, además de poder ejecutivo, tuvo información. Esa posibilidad, la de saber, le granjeó enemigos que, con o sin razón, vieron su sombra tras algunas informaciones. Es el caso de José Manuel Soria, el extitular de Industria que cayó por los ‘Papeles de Panamá’ y que esta semana reapareció en el almuerzo de exministros que sirvió a Casado para lograr la atención el último día de campaña. También es el de Alberto Núñez Feijóo, que se mostró tan neutral como Rajoy, pero al revés, apostando por Casado en privado. Sus fotos con el narcotraficante Marcial Dorado se publicaron en 'El País' en 2013 y en el equipo del presidente de la Xunta siempre quedará la duda si fue una filtración interesada del entorno de la exvicepresidenta para dañarle.

Las fotos del 'narco'

En febrero, en la entrevista que Feijóo le concedió a Jordi Évole, el dirigente autonómico veía a Santamaría con buen perfil para suceder a Rajoy: “Tiene formación e información”, afirmó. Y, pocas semanas después de ese programa, un alto cargo de Génova que tenía el visado para continuar si hubiera ganado la exnúmero dos de la Moncloa aseguró a este diario que había visto “muchas más fotos” de las que se publicaron de Dorado y Feijóo, como si esa espada de Damocles fuese siempre a pender sobre la cabeza del líder gallego.

“En este congreso se ha podido comprobar todos los muertos que por acción o por omisión de socorro tenían en el armario ella y su equipo”, señaló el sábado un exalto cargo del Gobierno, que pese a haberla votado se lamentaba de que no hubiera sabido utilizar todo su poder estos años para “empatizar con los territorios”.

Así las cosas, Casado no solo consiguió sumar a su candidatura los apoyos de todos los aspirantes a la primera vuelta (María Dolores de Cospedal, con larga lista de desencuentros con la perdedora, José Manuel García Margallo, José Ramón García Hernández y Elio Cabanes). Casado también fue el elegido por los enemigos cosechados durante la última década por Santamaría y su equipo.

Rajoy lamentó estos días ante un político con el que mantiene una relación de décadas que los apoyos al diputado palentino y en contra de su heredera se debían más al “odio” personal que a razones profesionales. Puede ser, pero como suele decir el exministro y expresidente del PPC Josep Piqué: “Un partido es como una familia”. Hay que pensar en dar cariño, adelantarse a posibles enfados y evitarlos, en estar cuando hay que estar. Y Santamaría, la vida del partido, al contrario que Casado, no la ha vivido desde abajo, porque llegó directa a la cúspide y con cierta edad. Tenía 29 años cuando empezó a trabajar para el Gobierno de José María Aznar.

Su recorrido por España y sus apelaciones al mundo rural llegaron tarde y sonrojaron a más de una mujer de las que citó en su lista de homenaje en su discurso final. Ni tan siquiera esa enumeración le salió bien, porque Santamaría se dejó llevar por la enemistad y evitó nombrar a Cospedal, primera secretaria general de la organización. La omisión molestó hasta a alguna mujer que sí mencionó.

Preguntas sobre corrupción

Demasiados años dando largas al partido para participar en actos los fines de semana con la excusa del trabajo en el Gobierno. Demasiados años cogiendo el escudo del Ejecutivo para no defender al PP de los escándalos de corrupción en las ruedas de prensa del Consejo de Ministros, en las que intentaba evitar a los periodistas que sabía que harían las preguntas más duras. “Son demasiado agresivas”, se quejaba una colaboradora de la vicepresidenta.

“Soraya es una excelente funcionaria, pero no es un líder político. Sus ideas yo no las conozco y su gestión en Catalunya ha sido muy lamentable para España y, especialmente, para el 52% de los catalanes que se sienten catalanes y españoles. Eso lo sabe todo el mundo y por eso no ha ganado”, afirma a este diario por teléfono Esperanza Aguirre. Ella y Aznar fueron los padrinos políticos de Casado y ahoran celebran el entierro del 'marianismo'.

Para Aguirre, Casado ha sabido devolver “la ilusión” a los militantes “a base de defender los principios y los valores” de los liberales y conservadores que, en su opinión, han estado “olvidados durante los últimos años" y lo ejemplifica con las subidas de impuestos y la no derogación de la memoria histórica.

Las tareas más urgentes

Una exdirigente autonómica que prefiere no ser citada espera que el nuevo presidente “sepa rodearse de un buen equipo” con el que, además de “insuflar ideología”, “resitúe” al partido en pocos meses. Las andaluzas pueden adelantarse a otoño y en la primavera se celebrarán las municipales, autonómicas y europeas.

Además, tiene decisiones importantes que tomar. Pronto mantendrá una primera reunión con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en la que empezará a plasmar su estilo de oposición y debe decidir qué hace con los objetivos de deuda y el déficit de las administraciones. El Ejecutivo estaba esperando al nuevo líder del PP para intentar negociarlo. Ya está. Empieza otra etapa.