Esperanza Aguirre se resiste a imaginarse gobernando Madrid como nación. "Si nos identificamos por algo --responde-- es por no ser identitarios. Madrid forma parte de la nación española y tiene el honor de ser la gran capital de un gran país, y ese gran país es España".

--Reforma del Senado: ¿qué hay que hacer para que sea la Cámara territorial?

--El Senado ya es una Cámara de representación territorial, hoy. ¿Por qué? Porque lo mismo vale el voto de un senador que, como yo, obtuvo en Madrid 1.600.000 votos, que el voto de un senador por la isla del Hierro, elegido a lo mejor con 2.000 votos. Otra cosa es que se quiera reordenar la representación de los territorios cuando se piensa en el Senado, donde todas las provincias deben tener cuatro senadores (tres por la mayoría y uno por la mayor minoría), y las islas tienen que estar todas representadas, al igual que Ceuta y Melilla. ¿Que se quiere cambiar? Eso debería hacerse con consenso de todos. Al menos un consenso tan grande como el que tuvo en la Constitución.

--Propuestas concretas: conferencia de presidentes. ¿Le gusta la idea?

--Es una idea que en Canadá se puso en práctica con buenos resultados, y no me parece que tenga inconvenientes a priori. Todo lo que sea hablar es positivo. Y una conferencia de presidentes de comunidades, con la importancia que han cobrado éstas en los últimos 25 años, presidida por el presidente del Gobierno, sería muy positiva.

--¿Es partidaria, como Fraga, de relaciones directas de las autonomías con la UE?

--No le he oído decir al presidente de la Xunta, que en este asunto lleva el liderazgo, que deba haber relaciones directas con la UE. Sí le he oído que la opinión de España en la UE debe conformarse con las CCAA. Los socialistas también quieren una modificación del Senado para que pueda haber una conferencia sobre asuntos de la UE. Ambas cosas pueden hacerse con modificaciones del reglamento del Senado, que tiene rango de ley y que no implica cambiar la Constitución.

-- Plan Ibarretxe , nuevo Estatuto... ¿Habrá que reformar la Carta Magna?

--La Constitución prevé cómo reformarla. Ahora bien, las modificaciones estatutarias requieren, aparte de una mayoría en cada Parlamento, una mayoría cualificada en el Congreso y en el Senado. Dudo mucho que, si de lo que hablamos es de la autodeterminación del País Vasco, eso pueda ser aprobado por ninguna de las dos Cámaras. El PSOE tiene mayoría en el Congreso y el PP en el Senado, pero los dos tienen mayoría abrumadora.

--¿Puede haber autonomías de distintas velocidades?

--Este es el gran debate. En la Constitución se habla de la unidad indisoluble de España, pero también de nacionalidades y regiones y de la solidaridad entre ellas. Parece que hubiera dos grados de autonomías: las nacionalidades y las regiones. Los anteriores dirigentes catalanes creían en las dos velocidades; no creían en el café para todos. Lo que pasa es que la situación es tal que parece muy difícil que Extremadura no pueda tener las competencias que tenga Madrid, Cataluña o Galicia.

--¿Le asusta que se hable de España como Estado federal?

--No es que me asuste. El Estado federal implica un cambio de régimen. Quiere decir que la soberanía no reside en el pueblo español en su conjunto, sino que, al igual que sucede en Alemania o en EEUU, la soberanía reside en unos entes preexistentes que deciden unirse para formar la federación. Las comunidades no son preexistentes a la Constitución. Sé que me va a decir que Catalunya, como ente cultural, lingüístico, político, jurídico..., preexiste a la Constitución. No entro ni salgo, pero la realidad es que el Estado autonómico dimana de la Constitución, no la precede. España es una realidad de siglos.

Si hubiera un Estado federal, simétrico o asimétrico, necesitaría un cambio de régimen, y no un cambio de cualquier cosa, sino del artículo segundo de la Constitución. Hoy por hoy, le veo muchos más inconvenientes que ventajas. La actual configuración constitucional, con comunidades autónomas con autonomía y solidaridad entre ellas, ha generado el período de mayor progreso y mayor bienestar de España y, por tanto, me parece muy peligroso abrir el melón para dar salida a exigencias de mayor autogobierno. Por otro lado, por la calle nadie me dice: "Oiga, reforme el Senado o cambie el Estatuto".Pasa a la página siguiente