El carril central de la Gran Vía de Barcelona es desde hace cinco días un espacio poblado por las más de 300 tiendas de campaña que componen la acampada de estudiantes que se mantiene desde el pasado miércoles en la plaza de la Universidad. Según el colectivo Generación 14-O, fecha de la publicación de la sentencia del procés, ya han reunido a un millar de personas que pernoctan en las tiendas, y quieren que el número aumente. Sobre todo, porque sobre el campamento planea la convicción de que el riesgo de un desalojo es inminente esta semana, que comienza con la visita del Rey hoy mismo y continúa con las visitas previstas por parte de los candidatos principales a las elecciones generales del 10-N. Eso, a pesar de que hasta el momento, ni la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ni el presidente de la Generalitat, Quim Torra, ha dado muestras de querer levantarlo.

Ayer, entre los acampados sobrevolaba la visita del rey Felipe VI, que pernoctó en la capital catalana para participar hoy en la entrega de los premios Princesa de Girona, junto a su hija la princesa Leonor, en el Palacio de Congresos.

LA LUCHA SOCIAL / Ayer, en la asamblea intervenía, por ejemplo, Lagarder, el activista relativamente mediático que, tal como recordó en su turno de palabra, participa de la gestión de un local ocupado, la Casa de Cádiz en Barcelona. Lagarder apeló al peso que cree que los acampados deben otorgar al colectivo de los sin hogar. «Hay más de 3.000 en la ciudad», subrayaba sobre las personas que duermen en la calle. Es un apunte que, como tantos que se abordan durante la asamblea, refuerza la imagen que los acampados transmiten estos días en la calle: la voluntad de abanderar distintas luchas sociales, al modo del 15-M. Nadie que pase por allí a escucharlos puede irse con la sensación de que el que ha acampado en la plaza de Universidad es, simplemente, un grupo de independentistas.

Las intervenciones de ayer versaban, en un elevado porcentaje, sobre la organización de la acampada. Se aludía, por ejemplo, a las distintas comisiones: de contenidos, de seguridad, etcétera.

Un joven tomó el micrófono para informar de que, al parecer, Felipe VI no iba a dormir en el Hotel Juan Carlos I, como ellos pensaban, sino «en Montjuïc». Se refería al palacete Albéniz. Con todo, a las 19.30 horas estaba prevista la salida de una columna que iría hasta el hotel para participar en una cacerolada de protesta. Probablemente no llegarían porque Diagonal estaba cortada por las fuerzas de seguridad horas antes de que los acampados pudieran acercarse allí.

Francesc, que tiene algo más de 40 años, contemplaba la asamblea junto a su hermana y su madre, la que tenía el discurso más encendido. Los tres acudieron a mostrar su solidaridad económica con los acampados. ¿Y si es cosa de cuatro días? ¿Y si la acampada queda en anécdota? «Por lo menos están aquí, me gusta que estén aquí», sostiene la madre, mientras algunos piden silencio discretamente para poder escuchar las intervenciones de los asamblearios.