ETA asesinó ayer de dos disparos a Ignacio Uria Mendizábal, de 70 años, consejero de la empresa constructora Altuna y Uria, cuando se dirigía a jugar su habitual partida de cartas a un restaurante de Azpeitia (Guipúzcoa). Los terroristas buscaron un objetivo fácil, que no llevaba escolta, pese a ser propietario de una de las empresas amenazadas por ETA por participar en las obras del AVE en Euskadi. Este es el primer atentado mortal tras la detención en Francia del número uno de la banda, Garikoitz Azpiazu, Txeroki .

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El asesinato de Uria supone una enorme presión para el empresariado vasco, que además de la extorsión terrorista debe soportar ahora una amenaza añadida si guarda alguna relación con el tren de alta velocidad (TAV), que es como se le llama en Euskadi. Altuna y Uria ya había sufrido actos de sabotaje por ser adjudicataria de algunos tramos de esta infraestructura, un macabro aviso de lo que sucedió ayer. La última víctima de este colectivo fue José María Korta, presidente de la patronal guipuzcoana, en agosto del 2000. Sin embargo, y pese a las amenazas, únicamente algunos empresarios vascos han optado por servicios de protección para reforzar su seguridad personal. El atentado de ayer forzará a muchos a replantearse su decisión.

BLANCO FACIL Los terroristas optaron por un objetivo que no entrañara excesivos riesgos. Dos encapuchados le esperaban a la una del mediodía en el exterior del restaurante Kiruri, al que acudía a diario tras salir de trabajar para jugar una partida de cartas con sus amigos. Fue precisamente uno de ellos el que oyó el ruido de los disparos, que identificó como "petardos", para comprobar inmediatamente la tragedia. Su primera reacción fue entrar en el restaurante y gritar: "¡Salid, que le han hecho algo a Ignacio!". Dos certeros disparos, uno en la frente y otro en el pecho, le habían herido de muerte, haciendo inútiles los esfuerzos de los sanitarios.

El comando demostró conocer los hábitos del empresario y aprovechó que se desplazaba andando al restaurante, ya que se encuentra a 200 metros de la empresa Altuna y Uria. Las primeras hipótesis apuntan a una acción realizada por dos varones de unos 30 años, uno de los cuales disparó, mientras el otro aguardaba en el coche.

Los asesinos podrían ser dos liberados del comando Donosti, sin descartar que fuesen los mismos que mataron al exedil socialista Isaías Carrasco en Arrasate (Guipúzcoa). De hecho, los dos crímenes guardan muchas similitudes en la elección de la víctima y en el método usado.

La desolación recorrió a buena parte de los vecinos de Uria, muy conocido en Azpeitia. En esta localidad guipuzcoana de 14.000 habitantes, un feudo tradicional del PNV, pero gobernado actualmente por ANV, se recordaba su carácter afable y generoso. Algunos de sus amigos le definían como "muy bromista" y "buena gente", y admitían que nunca les había transmitido que se sintiera amenazado.

Los terroristas robaron ayer mismo el coche utilizado en el atentado. Lo hicieron en el alto de Itziar, a 25 kilómetros de Azpeitia, y dejaron a su conductor maniatado y con los ojos vendados. Luego regresaron, decisión arriesgada y sin precedentes. El joven retenido logró liberarse de las ataduras y avisar a su madre, que denunció los hechos. Pero los etarras tuvieron tiempo de quemar el coche sustraído para borrar huellas y huir en otro.