Apenas tres días después de que el diario El Correo informase de que ETA había puesto en marcha una asamblea para intentar reconducir su crisis interna, la banda colocó, la madrugada del domingo, una bomba contra las instalaciones del diario en Zamudio (Vizcaya) que estalló sin que mediara aviso previo y cuando en el interior se encontraban medio centenar de trabajadores. Aunque no provocó heridos sirvió para confirmar que, en la ofensiva de ETA, los periodistas están incluidos. La permanente vuelta atrás de la banda podía haberse escrito con nuevas muertes, pero la suerte evitó que el estallido de los cinco kilos de explosivo afectara a los empleados del rotativo.

La bomba se encontraba en una mochila que los etarras abandonaron junto a a la fachada trasera del edificio donde, además de oficinas, se encuentra la rotativa que en ese momento, las 3.05 de la madrugada, estaba en plena producción.

Para llegar hasta su objetivo, los terroristas tuvieron que sortear una valla de seguridad de dos metros de altura que rodea todo el pabellón. La detonación consiguió destruir un zócalo de hormigón de más de un metro de grosor, que protege la fachada, y derribó alrededor de cuarenta metros cuadrados de pared. También provocó la caída de parte del tejado del inmueble y afectó a otros pabellones industriales del polígono.

"NO NOS SILENCIARAN" La falta de un aviso previo hizo que la tremenda detonación provocara un inicial desconcierto entre los trabajadores, que pensaron que el edificio se les venía encima. Tras una rápida evacuación y sin conocer lo que había pasado, los trabajadores esperaron más de dos horas para poder reanudar la edición del diario.

La policia llegó en apenas unos minutos. Una patrulla que atendía un accidente de tráfico en el municipio cercano de Lezama fue la primera que accedió al lugar. De inmediato se establecieron medidas de seguridad para descartar que pudieran existir otras bombas y en cuanto la Ertzaintza lo permitió, se puso en marcha de nuevo la rotativa con una edición especial que daba cuenta de los hechos.

En la portada decía "Bomba contra El Correo" y en su editorial, bajo el titulo de "No nos silenciarán", el rotativo advertía a ETA de que no logrará poner la mordaza a un diario "comprometido" con la sociedad vasca y que planta cara al terror.