No es cierto que ETA no quiera matar. Quiere, pero no puede". La advertencia, hecha por un responsable de la lucha antiterrorista, resume el sentir del Gobierno que, tras 12 meses sin atentados, no ha bajado la guardia, ni ha relajado la presión policial, ni espera "nada nuevo" de una banda que, pese a las presiones de la izquierda aberzale para que abandone la violencia, su debilidad militar y las deserciones en el colectivo de presos, se resiste a poner el punto final.

El viernes se cumplió un año en blanco --es decir, sin atentados mortales--, con la salvedad del asesinato en marzo del brigadier Jean-Serge Nerín en Francia, precisamente durante una de las operaciones de abastecimiento logístico que ETA no ha dejado de realizar en todo este año de parón táctico, técnico o estratégico. Y prueba de ello es la nueva remesa de cartas de extorsión que la banda envió hace tres meses a un grupo de empresarios vascos, según explicaron fuentes de la lucha antiterrorista. Unas cartas, añaden los mismos interlocutores, que no han cesado de llegar en este año, aunque la actitud de los empresarios extorsionados ha empezado a cambiar. "Algunos se han revelado y ya no pagan, por lo que a la fragilidad militar de la banda hay que sumar ahora que su principal fuente de financiación, el impuesto revolucionario por la fuerza, se ha debilitado enormemente", añaden.

EXTORSION DE EMPRESARIOS Pero ETA no solo no ha dejado de buscar financiación mediante la extorsión de empresarios, tampoco ha cesado en su intento de rehacer su dañada estructura logística. La última operación se produjo el 3 de junio, cuando varios individuos asaltaron un taller de coches en Saint Jean du Moirans, al sureste de Francia, y robaron una troqueladora y dos centenares de placas de matrículas vírgenes. Los expertos en la lucha antiterrorista no dudan sobre la autoría de ETA.

La muerte de los guardias civiles Diego Salvá y Carlos Sáenz de Tejada el 30 de agosto del 2009 en Palma supuso un punto de inflexión. El día anterior, la banda hizo volar por los aires la comandancia de la Guardia Civil de Burgos. El atentado causó 65 heridos. Era la respuesta escrita con sangre de la entonces jefatura de ETA ante cualquier intento de la izquierda aberzale de cuestionar su liderazgo en el denominado Movimiento Vasco de Liberación Nacional (MVLN). La organización terrorista quiso dejar claro quién mandaba y cuáles eran sus intenciones, recogidas además en una carta que envió a Batasuna en junio del 2009. "Cara al próximo curso, el verano tiene que servir para situar a un nivel superior la confrontación", rezaba la misiva.

Y así estaban las cosas después de la muerte de los dos guardias civiles y la explosión, 10 días después, de tres pequeños artefactos que explotaron en los baños de otros tantos establecimientos públicos de Palma sin causar heridos, mientras ETA ya planificaba la mudanza de su fábrica de bombas a Portugal y a Cataluña. Pero no contaba la banda con una ofensiva policial aplastante, planificada gracias a una información conseguida por el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) y ejecutada principalmente por la Guardia Civil. También, aunque en menor medida, por el Cuerpo Nacional de la Policía, que iba a dejar a los terroristas sin zulos y sin jefes, porque en estos meses han caído casi un centenar de activistas y numerosos cabecillas.

DESCONFIANZA Desde la detención del último jefe del aparato militar, Mikel Carrera Sarobe, alias Ata , el 20 de mayo, los etarras están sumidos en un estado de absoluto recogimiento: los movimientos en el exterior son escasos, y las comunicaciones mínimas. La desconfianza reina en el colectivo por las sospechas de que hay agentes de las fuerzas de seguridad infiltrados en sus filas, aseguran fuentes de la lucha antiterrorista. Ese aislamiento ha llevado también en los últimos meses a un distanciamiento de sus tradicionales interlocutores de la izquierda aberzale. "No hay contacto. Tienen tanto miedo de salir de sus escondites que no se ven. No hay debate interno y no tienen posibilidad de reunirse, por lo que resulta difícil que a estas alturas pueda haber una respuesta inmediata de ETA a la petición que le hizo Batasuna de que declare una tregua que facilite su ansiado regreso a las instituciones vascas", explican los expertos.

La banda, que hasta hace poco lideraban en funciones dos mujeres, Iratxe Sorzábal Díaz e Izaskun Lesaka Argüelles, está dirigida ahora por un hombre mayor, al que algunos llaman el Viejo . Este jefe no es un refugiado recién llegado de Venezuela, como se sospechó, pero puede ser cualquiera de los liberados que residen en el sur de Francia, un hombre que durante años ha apoyado estratégicamente a la organización sin mancharse las manos de sangre y que ahora ha decido dar el salto, dicen los mismos interlocutores.

Entre las labores de esta nueva jefatura estaría la de reorganizar la estructura interna de la banda con el objetivo de aligerarla. Es decir, dejar de lado el viejo esquema de los aparatos militar y político y crear comandos con estructuras independiente capaces de autoabastecerse sin ningún tipo de ayuda exterior.

Se trata de una dinámica de puesta a punto que dista mucho del idílico escenario que en las últimas semanas han dibujado algunos dirigentes políticos del País Vasco.