Nunca un diario se había quedado viejo antes de venderse. La mañana del 30 de diciembre los titulares que ofrecían el optimismo de José Luis Rodríguez Zapatero --"El próximo año estaremos mejor"-- reposaban en los quioscos al mismo tiempo que ETA reventaba el párking de la terminal 4 de Barajas, mataba a dos ciudadanos ecuatorianos y pulverizaba las esperanzas de que el 2007 fuera el año del fin del terrorismo. La bomba pilló a Zapatero en Doñana, a donde había partido la víspera. A Mariano Rajoy, en Pontevedra, donde pensaba descansar hasta después de Reyes. Y a los españoles, hastiados de tanta crispación política pero confortados por la ausencia de muertes de ETA en los últimos tres años y medio.

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