Mintió y todos le creyeron. Nunca en los planes de ETA estuvo el de montar una fábrica de bombas en Catalunya. Pero así lo contó a los servicios de información del Cuerpo Nacional de la Policía y al magistrado Fernando Grande-Marlaska el etarra Faustino Marcos Álvarez tras ser detenido el 16 de febrero del año pasado en la estación de Portbou, en un tren. En realidad, Marcos, desaliñado, maloliente, con 6.000 euros en efectivo, un revólver y seis balas en una bolsa escondida en el calzoncillo, entraba a España por Catalunya para reunirse con Aitor Esnaola, detenido el martes en su caserío de Legorreta (Guipúzcoa) y gerente de la mayor sucursal del aparato logístico de ETA en España. "Tal era la preocupación de Marcos para mantener a salvo el polvorín del comando Erreka que improvisó que su intención era alquilar primero un piso en Barcelona, y luego una masía en Girona para sacar de Francia las fábricas de bombas de la banda", ha explicado a EL PERIÓDICO un responsable de la lucha antiterrorista.