Cuando Tejero dio el golpe, lo de menos era que triunfara con unos u otros capitanes generales. En lo que le iba el bigote a Tejero era en que el golpe se impusiera. Así ocurre ahora. Si a estas alturas del golpe contra la voluntad popular en Madrid, Simancas no tiene claro que quienes lo diseñaron buscaban como único objetivo repetir las elecciones, porque sólo están en juego 30.000 papeletas, es que la bisoñez de la dirección socialista que ha propiciado este golpismo no aguanta un análisis.Si

Simancas se presenta a la investidura y acepta el apoyo de Tamayo y Sáez , con la justificación de que si le votan convocará nuevos comicios, habrá franqueado la última barrera a los golpistas. Pero hay más y no menos importante. La batalla madrileña ha devuelto la política a la ética. Y en ese plano, no se pacta, se aplasta. Permitir que dos corruptos te apoyen revela que el tufo de la corrupción no te molesta. Simancas y Blanco parece que se lo han permitido. Zapatero debería pensárselo.