El considerable temblor que ha provocado el portazo de Francisco Alvarez-Cascos, el exvicepresidente del Gobierno que se dio de baja del PP hace unos días tras no ser designado candidato a la presidencia de Asturias, se sintió ayer en Granada. El exalcalde de la ciudad andaluza, Gabriel Díez Berbel anunció que también dejaba las filas conservadoras porque su situación, escribió en una carta al presidente provincial de su expartido, era "vejatoria, desagradecida e injusta" ya que solo se le utilizaba de "simple palmero". "El colmo de los colmos ha culminado con la salida obligada y por vergüenza de alguien como Francisco Alvarez-Cascos, artífice de la primera victoria del PP en España y persona que en sus valores está a años luz de una cúpula que posiblemente le corresponda una responsabilidad de gobierno que en modo alguno se merece", concluyó Díez Berbel.

"Desde hace mucho tiempo, el señor Díez Berbel está desvinculado del PP", respondió el presidente del PP andaluz, Javier Arenas, tras conocerse la misiva. "Quien me desvinculó fue él, que es el más nefasto que ha pasado por Andalucía", contraatacó el exalcalde, que está dispuesto a volver a la política --de la mano de Alvarez-Cascos, que sopesa presentarse en mayo a las autonómicas a través de un partido de nuevo cuño o de otro ya existente-- porque, según dijo, un político es "inmortal".

Aunque los que dejan el PP tras su exsecretario general son poco relevantes, hacía mucho que las diferencias en el partido no se aireaban así. Desde ambos lados. "Es una rabieta que no conduce a nada", dijo de la salida de Alvarez-Cascos el diputado Vicente Martínez Pujalte. "Divide, destruye, difama e insulta", señaló la diputada Pilar Fernández Pardo. "Favorece al PSOE", añadió el presidente del PP asturiano, Ovidio Sánchez.

En el Principado, donde el PP tiene 21.600 afiliados, siguen las bajas. Son escasas (ayer se produjeron 32, que se suman a las 39 del día anterior), y vienen acompañadas de altas de ciudadanos que ahora que Alvarez-Cascos no está quieren militar en el partido (37), pero hacen ruido. Manuel Peña, concejal de Avilés, opinó que la fuerza conservadora era en Asturias una "dictadura" consentida por Mariano Rajoy. La alcaldesa de Peñamellera Baja, Rosa Domínguez, dijo que se iba "humillada" del PP.