El expresidente del Gobierno Leopoldo Calvo- Sotelo falleció ayer en su domicilio de Madrid a los 82 años. Al primer jefe del Ejecutivo que pierde España en la era democrática se le paró el corazón a media mañana, sin más, según apuntó su familia. Un corazón que, paradójicamente, tuvo que soportar con fortaleza alguno de los sobresaltos más relevantes de la reciente historia política, como fue el intento de golpe de Estado del teniente coronel Antonio Tejero.

Y es que el 20 de febrero de 1981 Calvo-Sotelo presentó sus credenciales y su programa en el Congreso de los Diputados para convertirse en presidente del Gobierno español, pero no por decisión de las urnas, sino para sustituir a su compañero de partido, Adolfo Suárez, ya dimitido . El resto de diputados le negó la mayoría en la primera vuelta y tuvo que someterse a una segunda votación de la Cámara. La fecha elegida, el 23-F, fue exactamente la misma que escogieron los golpistas para intentar resucitar la recién enterrada dictadura.

CRISIS DE UCD Tras una angustiosa noche protagonizada por tricornios, pistolas, parlamentarios secuestrados y transistores encendidos, las aguas democráticas volvieron a la calma. 48 horas después, Calvo-Sotelo, político de la transición, se convertía en jefe del Gobierno. Su mandato duró poco más de un año, pero tuvo tiempo para tomar una decisión trascendente: el ingreso de España en la OTAN.

Sin embargo, Calvo-Sotelo no superó la crisis interna que vivía una Unión de Centro Democrática (UCD) plagada de corrientes e intereses dispares, que ya le había costado el cargo a Suárez. Las turbulencias que agrietaron el seno de esta organización, clave en el posfranquismo, debilitaron al tiempo su apoyo social. En octubre de 1982, el socialista Felipe González llegaba al poder arropado por una contundente mayoría absoluta que, entre otras cosas, le garantizó una oposición volcada en su particular travesía en el desierto, prolongada por muchos años.

Calvo-Sotelo, que renovó en aquellos comicios generales su condición de diputado por Madrid, fue elegido miembro de la asamblea parlamentaria del Consejo de Europa en 1984. Dos años después, se convirtió en europarlamentario y en 1987 dijo adiós a la política activa, aunque tomó parte en los consejos de administración de relevantes entidades bancarias. Tras su reciente renovación, el veterano político entró a formar parte del Consejo de Estado como miembro nato, dada su condición de expresidente del Gobierno.

MONARQUIA Calvo-Sotelo fue, ante todo, un monárquico convencido --a pesar de haber nacido en una fecha tan republicana como un 14 de abril-- y un amante de la astronomía, las matemáticas y la poesía. Casado con Pilar Ibáñez-Martín Mellado (hija del ministro franquista) y con ocho hijos a sus espaldas, este políglota y viajero de biblioteca envidiable pareció no dejar indiferente a nadie. Mientras unos le tachaban de frío, gris y pasivo, otros le achacaban un peculiar sentido del humor, una lealtad a los que creía que debía ser leales y un pragmatismo profesional.

Ayer, sus familiares y allegados recibieron el pésame de casi toda la clase política, además de la llamada de los Reyes, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y el líder del PP, Mariano Rajoy. El expresidente José María Aznar y la presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre, con los que mantenía una estrecha relación, acudieron a su domicilio de Pozuelo de Alarcón, para velar en la intimidad a quien fuera jefe de Gobierno. Hoy, su capilla ardiente se instalará en el Congreso. Su entierro, por deseo de los suyos, será mañana en Ribadeo (Lugo), la tierra de adopción de este ilustre madrileño.

Las reacciones ante esta inesperada muerte no se hicieron esperar. Zapatero destacó que Calvo- Sotelo "supo defender la dignidad del Estado, la supremacía de la Constitución y la observancia estricta de la ley" en unos momentos difíciles. El expresidente Felipe González subrayó que su antecesor en el cargo hizo política "con mayúsculas" y que fue un ejemplo de "lealtad al Estado" y de honestidad.