La titular del Juzgado de Primera Instancia número 90 de Madrid, Gemma Susana Fernández Díaz, estima que la farmacéutica alemana Grünenthal tuvo "un comportamiento negligente" al distribuir la talidomida, conociendo los efectos "nocivos" del medicamento.

Así lo expresa en la sentencia que condena a la farmacéutica Grünenthal al pago de una indemnización a los afectados de la talidomida que reclamaron 204 millones de euros por las malformaciones que les causó ese fármaco.

En la resolución, la juez señala que, a sabiendas de los "efectos "adversos" de la talidomida, la distribuidora optó por "no informar a los médicos españoles del motivo de la interrupción de las ventas" y por dar a los colaboradores externos "una información parcial".

La farmacéutica, según la resolución, tuvo pleno conocimiento de que se estaban produciendo nacimientos de bebés que padecían malformaciones y que se había vinculado el fenómeno a la ingesta de medicamentos con talidomida que se estaban distribuyendo en España.

En el prospecto de uno de los medicamentos, se indicaba que el medicamento era de "acción segura, insípido e inocuo", sin previsión alguna de contraindicación, de acuerdo con la sentencia.

La magistrada subraya que "no puede olvidarse" que Grünenthal ha asumido pública y mundialmente la responsabilidad por los daños derivados de la fabricación, distribución y consumo de los medicamentos con talidomida que produjo.

Por ello, la juez condena a la farmacéutica a indemnizar a los socios de la Asociación de Víctimas de Afectados por la Talidomida (Avite), que están reconocidos como afectados por la talidomida y que perciben las ayudas previstas en un real decreto aprobado por el Gobierno en 2010.

El pasado 14 de octubre se celebró el juicio en el que unas 180 víctimas de malformaciones causadas por la talidomida en España pidieron una indemnización de 204 millones de euros a la farmacéutica.

Los afectados nacieron sin pies o sin brazos después de que les recetaran a sus madres el fármaco para combatir las náuseas del embarazo, fabricado por Grünenthal, que se prohibió en Alemania hace más de cincuenta años.