El gallego Alberto Núñez Feijóo ha pasado en unos días de convertirse en la esperanza blanca de una importante mayoría de populares para salvar a un PP a la deriva a dar alarmantes signos de que, con su indecisión, puede convulsionar aún más a un partido que no está para muchas ansiedades. Si el lunes sorprendió a casi todos confirmando que no optaría a la sucesión de Mariano Rajoy, porque él se debe a Galicia y tiene allí un compromiso hasta el 2020, ayer inquietaba a los que sí han tenido la gallardía de dar un paso adelante. Se preparó el presidente de la Xunta una entrevista en la cadena SER a primera hora de la mañana para dejar un mensaje que no dejó indiferente a los aspirantes a liderar la organización. «Si en el 2020 tuviese esa oportunidad en un congreso del PP de presentar mi candidatura, muy probablemente, al finalizar mi compromiso con Galicia, estaría a disposición del partido», dijo Feijóo.

Cierto es que antes había apuntado que quien salga ganador o ganadora de este cónclave debería ser, en principio, el aspirante a la Moncloa en las próximas generales. Es lo que dictan los estatutos populares vigentes. Sin embargo, no pudo evitar la tentación de responder a la pregunta de qué ocurriría si hubiera un congreso (otro, no extraordinario) previo a esa cita con las urnas, si entonces sí se vería capaz de dar respuesta a aquellos que tanta confianza habían puesto en él desde sedes del PP de toda España y despachos de la máxima entidad de la madrileña calle Génova… y le pudo la situación. Respondió. Y afirmó que esa podría ser su oportunidad.

Dejó perplejos a unos e irritados a otros. ¿Qué significan sus palabras?, se preguntaban en los entornos de algunas de las candidaturas más relevantes a presidir el partido. ¿Que le toca a terceros «comerse» lo que está por salir de las derivadas del caso Gürtel o el momento de «subidón» del socialista Pedro Sánchez para después llegar él a intentar, al final del partido, «tirar el penalti»?. Debió llegarle al propio Feijóo a lo largo de la mañana el malestar que habían despertado sus reflexiones, dado que unas horas después aprovechó una rueda de prensa como presidente de Galicia para rectificar. «Sin ninguna duda, el líder del PP que salga del próximo congreso será candidato a La Moncloa en el 2020», zanjó.

LA APUESTA DE GALICIA / Se le interrogó también sobre los posibles apoyos o no que podría dar a alguno de los siete aspirantes que ahora mismo se mantienen en liza. A este respecto aseveró que esperará hasta el 5 de julio, fecha prevista para las asambleas en que votan los militantes (ojo, solo los que previamente se hayan inscrito para poder hacerlo y estén al corriente de pago, aunque eso podrán hacerlo con sólo 20 euros) y, después, valorará si el PP de Galicia hace una apuesta concreta, ya en segunda ronda. Esto es, en esa fase en la que a priori tendrían que quedar vivos o vivas solo dos aspirantes.

No sólo habló el político gallego en esas horas previas al arranque oficial de la campaña para llevar las riendas del PP. Lo hicieron casi todos los que quieren ocupar el despacho vacante de Rajoy. La todavía secretaria general de los populares, Dolores de Cospedal -que abandonará su cargo este viernes, como Pablo Casado hará con la vicesecretaría de comunicación-, utilizó sus intervenciones públicas para subrayar que su defensa de partido en esos momentos en que la corrupción pasaba factura de una manera más obvia (recuérdese el caso Bárcenas y su ya célebre despido en diferido, por ejemplo), ha tenido su coste para ella.

Pero también añadió que no se arrepiente, puesto que está convencida de que los militantes prefieren a alguien que dé la cara en lugar de a quienes se esconden. Evidentemente, un dardo retórico interno que buscaba la complicidad de las estructuras del partido y, al tiempo, poner el dedo en la llaga por la que sangra la candidatura de su principal rival, Soraya Sáenz de Santamaría, a la que parte de la dirección del partido afeó en su día que no diera suficientemente la cara en estos asuntos.

Santamaría tampoco se privó de dar sus argumentos en varios medios. Sacó a colación la exvicepresidenta que las encuestas que se han ido publicando en los últimos días la han situado, junto a Feijóo, como mejor candidata del PP para «recuperar» el Gobierno de España y, especialmente, para competir por el espacio supuestamente cedido a Ciudadanos. Eso sí, ha dicho que si gana Cospedal el congreso, la «ayudará» a que vaya a la Moncloa desde el «minuto cero», sin ningún puesto por medio. En el entorno de Cospedal dicen lo mismo.

De momento reina el fair play entre los aspirantes y buscan cada cual su hueco: mientras Pablo Casado se define como la tercera vía y dice no estar preocupado por la situación judicial derivada de su máster, otros como José Manuel Margallo se preparan, sostienen, para el debate intenso de las ideas. José Ramón García no pierde las esperanzas de ir subiendo escalones en campaña y el valenciano José Luis Bayo propone actos conjuntos con otros aspirantes.