La Constitución volvió a ser uno de los ejes vertebradores del discurso de Nochebuena del rey Felipe VI. En un momento de inestabilidad política y cuando el líder del PSOE, Pedro Sánchez, está negociando la abstención con ERC para poder ser reelegido como presidente, el jefe del Estado quiso destacar cómo esa Carta Magna nació en la Transición de la «generosidad», el «diálogo» y el «respeto» entre «personas de ideologías muy diferentes». Eso sí, apuntó el Monarca a renglón seguido, esa «voluntad de entendimiento» y de integrar las «diferencias» debe hacerse «dentro del respeto» a la Constitución. Y dio dos argumentos: «[Porque] reconoce la diversidad territorial que nos define y preserva la unidad que nos da fuerza».

En una coyuntura delicada en la que el Gobierno en funciones y los dirigentes del PSOE se mueven con pies de plomo para tratar de ganarse la abstención de los 13 diputados independentistas de ERC, cada palabra y cada expresión cuentan. Y Sánchez, hace dos semanas, después de defender el diálogo como «método», hizo un guiño a los soberanistas, se olvidó de la palabra Constitución y habló del concepto «seguridad jurídica».

Esa defensa del diálogo entre diferentes llegó casi al final del discurso. Felipe VI empezó la alocución recordando a las familias afectadas por las inundaciones y lamentó que «el mundo no vive tiempos fáciles» debido a la incertidumbre que generan la nueva era tecnológica, el futuro de la Unión Europea, los movimientos migratorios, la desigualdad laboral entre hombres y mujeres y el cambio climático. Rápidamente hizo referencia al paro, la desigualdad, la falta de confianza de los españoles en las instituciones y Cataluña. «Son otras serias preocupaciones que tenemos en España», añadió.

El Rey entró en el bloqueo político y blandió la Constitución, por primera vez en los poco más de 11 minutos que duró el discurso, para señalar que él designó ya a un candidato a la presidencia y ahora corresponde al Congreso votar y tomar la decisión que consideren «más conveniente para el interés general». En ese contexto, el Monarca hilvanó un mensaje positivo y reclamó a los españoles que tengan más confianza en sí mismos porque forman parte de una sociedad que ha superado «situaciones muy difíciles con una serenidad y entereza admirables». Y tras esa inyección de optimismo, advirtió del riesgo de «caer en los extremos»: en un lado el olvido de los errores y, en otro, la «autocrítica destructiva» que niega «el gran patrimonio cívico, social y político».

En ese punto volvió a citar la Constitución, que colocó en un lugar privilegiado del encuadre televisivo (sobre la consola del fondo), y valoró el deseo de concordia de los dirigentes de la Transición. El jefe del Estado apeló a la necesidad de entendimiento entre políticos de distinto signo y destacó que, en aquel momento, sirvió para derribar «muros de intolerancia, de rencor y de incomprensión».

En su discurso, grabado en el Salón de Audiencias de la Zarzuela, no hizo referencia a la última decisión de los tribunales que ha sacudido la actualidad: la sentencia del Tribunal de Justicia de la UE que señala que Oriol Junqueras tenía derecho a inmunidad como eurodiputado. En varios momentos señaló la «solidez» del Estado y afirmó que España es un «Estado social y democrático de derecho».

Tampoco hizo ninguna alusión a la entrada de Vox en el Congreso, aunque, al final de su intervención, subrayó la «fragilidad» de los principios de solidaridad, igualdad y tolerancia y reclamó la necesidad de «fortalecerlos». La extrema derecha defiende privilegios de los españoles frente a los inmigrantes y pone en duda la lucha contra la violencia machista.