Los dos Arturos: Arturo Ureña y Arturo Muñoz, le hicieron ayer las guardias y oficiaron por él las misas que tenía en Alcuéscar. Y es que el cura influencer (director técnico del Colegio Mayor Universitario San José, miembro de la Casa de la Misericordia, responsable de la aplicación ‘Confesor Go’, amigo de Sara Carbonero, Iker Casillas, Carmen Lomana y Vicente del Bosque) suma desde ayer una nueva hazaña que agranda su leyenda de moderno capellán, evangelizador en las redes sociales y defensor del papel aperturista de la Iglesia para conquistar a los jóvenes.

El padre Fernando Alcázar es el único sacerdote que preside una mesa electoral en España. «Me enteré por el alguacil del ayuntamiento, que me trajo la notificación, y como buen español que soy lo acepto», explicó a pie de urna en la Casa de la Cultura de Alcuéscar, donde instalaron el colegio. El primero en llegar fue Primitivo Jiménez, cuidador hoy jubilado del Centro de Atención a Personas con Discapacidad Física, más conocido como CAMF, y que conformaba la lista de vecinos sorprendidos al ver al sacerdote, con su alzacuellos de rigor, velando para que los ciudadanos ejercieran su derecho al voto.

Estaba satisfecho; le acompañaban Juan y Ana en la tarea, que actuaban como vocales. Alcázar cobrará, como el resto de españoles que están al frente del ánfora de la Democracia, 65 euros. «El dinero lo donaré para colaborar en la restauración de la capilla del cementerio», señalaba mientras el alcalde, Dionisio Vasco, recordaba cómo fue la elección del cura: «Yo estaba con la secretaria del ayuntamiento en el sorteo, y el párroco salió el primero; me hizo mucha ilusión», decía al tiempo que la señora Petra entraba en el colegio con un tupper de croquetas. «Sabe que me gustan mucho y me trae la comida», explicaba el clérigo que en ese momento atendía a un votante, que exclamaba con sorna: «¡Fernando, bendice el voto!»

Entretanto, a 48 kilómetros de Cáceres, su alcalde, Luis Salaya, acababa de desayunar café con churros en Aldea Moret. Con el estómago lleno, llegaba a la sede de la Asociación de Vecinos Puente de San Francisco, donde le tocaba votar por última vez porque antes vivía en Fuente Nueva y cuando el censo se actualice lo hará en Montesol, barrio donde ha instalado su residencia. «Votamos por muchas cosas, pero votamos para defender todos los avances que hemos conseguido en este tiempo», apuntaba un Salaya que ha ganado las elecciones y que votó justo después de Miguel Nieto Rubio, vecino de este distrito, uno de los más populares de la capital.

En ese colegio permaneció desde las ocho de la mañana hasta las doce o la una de la madrugada Francisco José Ramírez, interventor del PP. El papel de estos supervisores es también fundamental en unas elecciones. A excepción de los miembros de la mesa (presidente y dos vocales), ellos no cobran. Lo explicaba Ramírez: «Vemos si las papeletas están correctamente identificadas, que nuestras candidaturas estén representadas, que funcione todo democráticamente y que no haya ninguna ilegalidad». La de San Francisco se constituyó con normalidad: «Los suplentes se han sorprendido de la rapidez con la que se les ha dicho que no formaban parte de la mesa y que se podían ir a sus domicilios», adelantaba este interventor, que se felicitó porque la suya fue una tabla femenina puesto que tanto la presidenta como las suplentes son mujeres.

«He ido a ver a mi madre»

Junto al alcalde, en San Francisco estaba Belén Fernández Casero, candidata por el PSOE al Congreso. «Nos jugamos dos modelos confrontados y básicamente está en juego un país en el que no se mermen los derechos y libertades». Acababa de votar en la Asociación Novaforma, en la Ronda de la Pizarra. Como era apoderada, pasó el día realizando un seguimiento del proceso a lo largo de las 101 mesas electorales repartidas por Cáceres.

Otra mujer, pero en las antípodas ideológicas de Belén, votó en el colegio electoral del centro Francisco de Aldana. La candidata de Vox al Congreso de los Diputados, Magdalena Nevado, acudió a las doce del mediodía. Lo hizo con puntualidad británica acompañada por Óscar Fernández Calle, que optaba a la candidatura del Senado. Nevado pasó por los colegios electorales, incluido el de Sierra de Fuentes, donde dio las gracias a sus apoderados. Parte del día lo dedicó a lo que hace todos los domingos: «He ido a ver a mi madre», confesaba con orgullo de hija. Luego siguió en directo la jornada en el Hotel Extremadura y vio cumplido su sueño: un escaño en el Congreso de los Diputados en Madrid que celebró bailando el pasodoble ‘Soy español’ de José Manuel Soto.

Mientras unos se dedicaban a la familia, otros lo hacían a la curación del alma. Rafael Mateos, portavoz del PP en el Ayuntamiento de Cáceres, fue a misa en el Colegio de las Josefinas, pero sus oraciones no lograron ganarle a Salaya. Votó junto al candidato al Senado, Carlos Floriano, en el Aula de la Tercera Edad de Hernán Cortés.

La alargada sombra de Vox

La sorpresa mayúscula de los comicios en Cáceres se la llevaron la presidenta, miembros de la mesa e interventores del colegio electoral del instituto Virgen de Guadalupe cuando al llegar la mañana del domingo, y antes de que se abrieran las votaciones, se encontraron en la urna al Congreso de los Diputados una papeleta de Vox sin sobre. «Hemos dado la vuelta a la urna y con un clic hemos procedido a retirarla. Se ha dejado constancia en el acta de constitución de mesa», confirmó un interventor. «No sabemos quién la ha dejado ahí», añadió. Lo que está claro es que alguien la metió; se desconoce si fue cuando estaban colocando las urnas o en el proceso de traslado, procedimiento del que se encarga la Junta Electoral Central.

La mesa estaba presidida por Leticia Moreno Nieto, quien subrayó que a excepción de esta salvedad, la jornada transcurrió con normalidad. En este colegio, como en los demás, permanecían dos policías locales cubriendo el turno de mañana, otros dos harían el de la tarde. No se hablaba de otra cosa que no fuera del partido de Santiago Abascal. A la salida del centro, y con mucha guasa, un cacereño espetó: «La sombra de Vox es alargada».

La jornada tuvo más protagonistas. Una de ellas fue la joven cacereña Isabel Rocha García, que se estrenó en una mesa electoral como vocal titular y lo hizo con tan solo 19 años en el colegio del antiguo edificio de Correos situado en la calle Donoso Cortés. Apuntó que el día transcurría sin incidentes. Eso sí, a la una y cuarto de la tarde por su mesa solo habían pasado a votar 200 cacereños, lo que da idea de la bajada del índice de participación durante los comicios de ayer.

Esta estudiante de Primaria Bilingüe de la Universidad de Extremadura consideró, como muchos jóvenes de su edad, que resulta frustrante tener que volver a repetir unas elecciones: «Es algo que supuestamente ya debería estar hecho y organizado de mejor forma», estimó. «Esperemos que las elecciones salgan de manera correcta y no tardemos mucho en ver los resultados», añadía con sentido común esta cacereña a la que, igual que el resto de sus compañeros de mesa, le pagarán 65 euros. «¿Que qué voy a hacer con el dinero? Pues está en proceso de pensar en qué los emplearé», concluía entre risas.

El Beato

Votar es una alegría, un derecho que disfrutó Isidro Ollero, al que todos en el Casar conocen como Isidro El Beato, porque de chico quería ser monaguillo, hasta que a los 14 años conoció a su novia y se puso a tener hijos, relataba con agudeza su hija Yolanda. Isidro se casó con Isabel Mateos Pérez, que engendró 14 embarazos. De todos ellos salieron adelante siete: seis mujeres y un hombre. Isabel murió con 93 años. Ambos lograron construir una gran familia, donde la unión y la piña es pieza clave.

Isidro votó en Creofonte. Al entrar al colegio electoral todos comenzaron a abrazarlo, achucharlo, porque él es una gran institución en el pueblo: llevó la discoteca Kinea y Los Torreones, donde ponían el cine de verano. El Beato depositó su voto y con ello dio sentido a la gran fiesta de la Democracia.

Como sentido le dio la presencia por primera vez de una persona con discapacidad auditiva que fue miembro de una mesa electoral en Badajoz, con apoyo de dos traductores de signos, informa Fernando León. O Serafina Sánchez, que con 103 años y en silla de ruedas, asistió acompañada de su familia para votar en el colegio Miralvalle de Plasencia, donde, por cierto, una mujer depositó votos en dos urnas y ahora será la Junta Electoral la que habrá de aclarar, reseña Raquel Rodríguez.

Mientras, en el Paseo de Cánovas de Cáceres la vida continúa. Nicolai es de Rumanía pero vive en Santander. Con sus títeres de madera animaba la jornada electoral. Eso de votar parece que es un debate que no va con él. Bastante tiene con ganarse la vida. Suena la música y hace a sus muñecos botar; pero botar con ‘b’.