Al Gobierno le escamaba la longevidad de algunos excombatientes marroquís en la guerra civil. Tanto es así que, después de tres años de investigaciones, el Ejecutivo ha decidido dejar de pagar las pensiones de 4.000 soldados y suboficiales de las Fuerzas Regulares Indígenas de Marruecos, aquellas tropas que cruzaron el Estrecho para ayudar a Franco a ganar la contienda.

Según los funcionarios del Ministerio de Exteriores encargados de regularizar las prestaciones, "la mayoría había muerto hacía años, pero algún familiar seguía cobrando la pensión".

Más de 70.000 marroquís, la mayoría huyendo de la hambruna, participaron en la guerra civil encuadrados en las fuerzas regulares. Fueron soldados con fama de feroces combatientes, que ganaban 250 pesetas al mes y tenían derecho a botín. Una fama que ambos bandos recuerdan durante su participación en frentes como el del Ebro o el de Gandesa, y en batallas como las de Teruel o Brunete.

Pagos desde 1948

Franco licenció a la mayoría de estos soldados en 1936, pero mantuvo ocho grupos de infantería y dos de caballería hasta la independencia de Marruecos (1956). En 1948, el dictador firmó un decreto ley para otorgarles derecho a pensión, un dinero que España estuvo pagando directamente hasta que, en 1982, firmó un convenio con el Gobierno de Hassan II por el que Marruecos tenía la potestad de distribuir las prestaciones.

Hasta el 2002, las autoridades marroquís enviaban trimestralmente a la pagaduría española de Tánger los listados de pensionistas y las bajas por defunción. Los tres responsables de la oficina española observaron que existían 6.000 soldados regulares con derecho a pensión, demasiados según sus cálculos para la edad que teóricamente debían tener aún cuando, muchos de ellos, se alistaron en la guerra civil con 14 años.

"Los registros mortuorios están en las kabilas aldeas y las controlan los adiles jueces de paz, con lo que apenas nos comunicaban ninguna defunción", explica Pedro Díaz Chavero, uno de los funcionarios enviado por el Gobierno español para poner orden en estas pagas de jubilación. "Solo nos enterábamos de que un pensionista había fallecido cuando llevaba meses sin acudir a cobrar, y eso pasaba muy pocas veces", recuerda Chavero.

La pagaduría inició una labor de inspección de los listados y los funcionarios solicitaban la fe de vida a cada soldado que venía a cobrar. Paralelamente, comenzó a realizar también lo que ellos denominan revistas de comisario aleatorias, es decir, visitas a los domicilios de los exsoldados para averiguar si los suplantaba alguien.

Con este sistema, demostraron que la lista de combatientes estaba inflada en 4.000 nombres y redujeron las pensiones a algo más de 1.800. En junio del 2005 ya solo quedaban 1.513 exsoldados, de los que ninguno había participado en la guerra civil, sino que se trataba solo de militares marroquís que se alistaron después de la contienda.

Cada uno de ellos cobra una media de 170 euros al mes, aunque muchos están muy por debajo de esta cifra. "Aunque puede parecer poco dinero, estas pensiones duplican las que les daría el Gobierno marroquí", asegura Díaz Chavero. Además, estos exsoldados tienen derecho a asistencia sanitaria en hospitales españoles. Tras esta labor de inspección, el coste para el Estado se ha reducido a la mitad y ahora es un gasto de unos 3 millones de euros.

Ejército nacido en 1911

Los Grupos de Fuerzas Regulares Indígenas no fueron un invento del general Franco. Nacieron en Melilla, el 30 de junio de 1911, un año antes de que España impusiera su protectorado sobre el norte de Marruecos. El creador de las primeras unidades fue el teniente coronel de artillería Dámaso Berenguer Fusté mediante el reclutamiento de soldados norteafricanos mandados por oficiales españoles.

La historia de los tambores de regulares parece sacada de un libro de hazañas bélicas. Es la unidad del Ejército español con más cruces de San Fernando y con más medallas militares. Hasta Manuel Azaña los utilizó para frenar el golpe de Estado del general Sanjurjo y para sofocar la sublevación de Asturias, en octubre de 1934.