Lejos de menguar, crece la polémica por la fotografía que Josep Lluís Carod-Rovira y el consejero catalán Antoni Castells se hicieron con una corona de espinas en Jerusalén. La Conferencia Episcopal Española comunicó ayer su más "enérgica protesta" por el suceso, y recordó que los defensores de la libertad religiosa "se abstienen de mofarse" de los símbolos religiosos para "no herir a quienes los reverencian". Pasqual Maragall, que fue quien hizo las fotos, visitó ayer al arzobispo de Barcelona para "deshacer el malentendido".