Los camiones de mercancías cruzaron ayer con normalidad la frontera de Melilla. No había esta vez activistas marroquís cerrando el paso a la entrada de alimentos frescos a la ciudad del norte de Africa, tal y como sucedió el jueves. Aunque con demora, la charla telefónica que el miércoles mantuvieron los reyes de España y Marruecos parece haber surtido efecto. Pero el PP trató de mantener un día más la tensión. Le puso como reto al Gobierno lograr que la policía marroquí retire los carteles en los que se exhiben, como mofa, fotomontajes de las nueve agentes españolas encargadas del control en la frontera de Melilla.

El vicesecretario de Política Local y Autonómica de los conservadores, Javier Arenas, dijo ser un firme defensor de mantener "la mejor relación con Marruecos", pero no con la receta --añadió-- de José Luis Rodríguez Zapatero. "El problema de Melilla, que es serio, es del Gobierno de España, consecuencia de mucha cesión y de mucha debilidad", acusó Arenas.

Elena Valenciano, secretaria de Política Internacional del PSOE, aceptó que las agresiones que han sufridos las agentes en la frontera son "inaceptables", pero recordó a los populares que "la energía y la contundencia no están reñidas con la prudencia y con la necesidad de establecer un diálogo que muchas veces no es público".