Dicen que el odio es eterno. Buena prueba de ello es la relación que, desde hace algunos años, mantienen en la Audiencia Nacional el fiscal jefe, Eduardo Fungairiño, y el juez Baltasar Garzón. El último episodio lo ha iniciado el fiscal jefe que, antes de la presentación del libro del juez, Un mundo sin miedo , le ha denunciado por un delito de revelación de secretos.

El fiscal redactó la denuncia el miércoles tras leer, en noticias de prensa, que Garzón afirma en su libro que ETA no buscaba una matanza cuando, en la Nochebuena del 2003, colocó una bolsa con explosivos en un tren de la línea entre el País Vasco y Madrid, con una grabación en la que anunciaba la existencia de la bomba. El comando fue detenido nada más abordar el tren.

Fungairiño defendió ayer su iniciativa: "Un juez no se puede pronunciar y dar sus opiniones con respecto de asuntos que están sub judice y para los que se piden 187 penas, una por cada uno de los posibles fallecidos". Y añadió que la fiscalía "no puede" permanecer callada ante ello.

Garzón hace aquella reflexión para criticar al Gobierno de José María Aznar por su empeño en atribuir el 11-M a ETA. En la presentación del libro, tildó de "demencial" la denuncia de Fungairiño. "Es un absoluto despropósito, máxime sin haber leído el libro, a lo mejor me denuncian por otra cosa", subrayó.

El magistrado anunció que piensa investigar quién está detrás de la denuncia porque "a lo mejor hay sorpresas", Y advirtió que emprenderá las "medidas" que en "derecho" le correspondan. Garzón apeló a su experiencia en la Audiencia para defender las opiniones que vierte en su libro sobre el 11-M.

Por su parte, el juez de la Audiencia Nacional Juan Del Olmo, instructor del sumario del 11-M, se emocionó ayer cuando, en el transcurso de unas jornadas sobre terrorismo islamista, se dirigió a una de las víctimas de los atentados. Del Olmo, en plena conferencia, aseguró a la joven, con voz entrecortada, que la justicia "va a dar respuesta a muchas cosas". El magistrado tuvo que detener su explicación.