El juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón ordenó anoche el ingreso en prisión de siete de los 11 detenidos el martes en Ceuta como presuntos integrantes de una célula islamista que planeaba perpetrar atentados en la ciudad autónoma y en la Península "a largo plazo", y dejó en libertad a los otros cuatro. Garzón, que interrogó a los detenidos todo el día, decretó el ingreso en prisión de los siete por integración en organización terrorista, colaboración y falsedad.

Precisamente, fue el magistrado el que ordenó la detención de los 11 supuestos islamistas, 10 de ellos españoles y uno marroquí. El ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, destacó el martes que los arrestos se habían producido justo cuando la célula planeaba pasar "del discurso fanático a la acción". En el auto que permitió la operación policial, denominada Duna, Garzón señaló que los detenidos tenían "gran influencia en los imanes para radicalizar su discurso y seguir captando jóvenes que compartan su línea radical". La función de la célula, según Interior, era reclutar a jóvenes para hacer la yihad.

Además, Garzón imputó a uno de ellos, el ceutí Karin Abdeselam, por "el planeamiento de varias operaciones de sustracción de armamento y material explosivo". Entre los detenidos había dos hermanos de Hamed Abderrahmán Ahmed, conocido como el talibán español, por haber sido encarcelado en Guantánamo, aunque finalmente el Supremo español le absolvió. El juez indicaba que los arrestados podrían haber incurrido en un delito de integración en banda armada. Según fuentes jurídicas, la célula desarticulada, vinculada a Safalia Yihadia, se autofinanciaba con delincuencia común y las drogas. En los registros, en los que se halló documentación, se encontraron evidencias suficientes que vinculaban al grupo con Al Qaeda.