El veto, el pasado lunes, de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) a que la Federación Catalana de Fútbol (FCF) organice un encuentro amistoso entre las selecciones de Cataluña y Estados Unidos el próximo 14 de octubre trascendió ayer definitivamente el conflicto deportivo y la pugna federativa que mantienen sus respectivos presidentes, Angel María Villar y Jordi Roche, para adquirir connotaciones claramente políticas. La Generalitat recomendó que "si la Federación Catalana quiere jugar, ejerza su derecho a hacerlo".

El presidente del FC Barcelona, Joan Laporta, terció ofreciéndose para mediar y reconoció que el problema de fondo es político, porque "en España no aceptan que Cataluña es una nación", y de los políticos, que no deben esconder su responsabilidad "detrás de los clubs".

Mientras, la Federación Española seguía en sus trece. No solo garantizó que mantendrá la prohibición del partido, sino que advirtió de que la selección de EEUU no podrá enfrentarse a la catalana sin su autorización. Segura de contar con el respaldo de la FIFA, la RFEF recordó que el organismo internacional no dudaría en sancionar a los futbolistas catalanes que acudiesen a la convocatoria.