El consejero de Interior de la Generalitat de Cataluña, Miquel Buch, desconcertó ayer de nuevo a los Mossos d’Esquadra al relevar por sorpresa a Miquel Esquius y entregar el timón del cuerpo policial a Eduard Sallent, que fue ascendido al rango de comisario también ayer mismo, algo que, sumado al hecho de que, la policía autonómica ya ha cambiado de manos cuatro veces en año y medio, generó sorpresa y cierto malestar interno. Buch justificó el relevo porque da por finalizado el periodo «puente» para el que había sido escogido Esquius.

Ayer estaba programada una rueda de prensa en la que Buch iba a informar de que ocho nuevos comisarios que habían acabado su formación ampliaban a la cúpula del cuerpo. Lo que no estaba previsto es que uno de los nuevos, Sallent, acudiera a esta rueda para ser presentado como jefe. Sallent lo supo el jueves, y aceptó. A Esquius se lo habían comunicado un día antes y, tal como admite él mismo en una carta que envió a todos los agentes, la noticia le pilló «por sorpresa». Pero también lo «aceptó», después de 10 meses durante los que ha tratado de actuar «desde la neutralidad política».

La elección de Sallent se ha tomado días antes de que se comience a desplegar la polémica unidad de escoltas que protegerá al presidente de la Generalitat, Quim Torra, prevista para el 17 de junio, que había incomodado a Esquius, dado que esta guardia dependerá de Presidencia, y no de Interior.

A los sindicatos policiales, la noticia también les ha sorprendido y piden tiempo para saber si se trata de una decisión técnica o se trata de una medida política.