Mariano Rajoy, entonces ministro de Administraciones Públicas, "justifica" el movimiento de presos etarras argumentando que el Gobierno "ha hecho un gesto, y otro que consiste en decir que se pueden mantener conversaciones con ETA". Aznar asegura días después que no queda "ningún preso de ETA fuera de la península", ya que "todos" han sido trasladados.