Gibraltar votó ayer sin entusiasmo la nueva constitución del Peñón tras siete años de negociaciones entre el Reino Unido y la colonia británica para modificar la Carta otorgada de 1969, también aprobada en referendo y que entonces motivó el cierre de la Verja por orden del Gobierno dictatorial del general Franco.

Al cierre de esta edición no se sabía aún el resultado de un referendo cuyas urnas cerraron a las 22.00 horas y al que estaban convocados 20.030 gibraltareños para responder a la pregunta: "En ejercicio de su derecho a la autodeterminación, ¿aprueba y acepta la nueva Constitución propuesta para Gibraltar?".

A tenor de los datos parciales, la apatía marcó la jornada electoral. A las 20.00 horas se había registrado solo un 55,54% de participación; 29 puntos por debajo, a la misma hora, que en la consulta del 2002, en la que se rechazó compartir la soberanía del Peñón entre el Reino Unido y España. La participación alcanzó entonces el 87,92%.

La aprobación de esta Constitución no significaría la independencia de la Roca ya que, según el ministro británico de Asuntos Europeos, Geoffrey Hoon, el derecho de autodeterminación de Gibraltar lo limita el artículo 10 del Tratado de Utrecht de 1713, que otorga a España el derecho de retrocesión de este territorio si el Reino Unido renuncia a la soberanía.

INDEPENDENCIA CONDICIONADA Londres precisó que la independencia del Peñón "solo podrá ser una opción con el consentimiento de España". El primer ministro de la Roca, el socialdemócrata Peter Caruana, que pidió el sí, dijo que se trata de un ejercicio de autodeterminación en el marco que "impone" el Reino Unido, y precisó que el pueblo "no busca ni opta a la independencia".

El PP criticó que el Gobierno español permitiera el referendo. Por contra, el consejero andaluz de la Presidencia, Gaspar Zarrías, tildó la consulta de acto "de política interna".