El Giro ya no se moverá de la península itálica tras el extraño viaje a Israel y la visita a Sicilia, mucho más corriente en la carrera. La ronda italiana vuelve por sus territorios más habituales, escenarios en los que la épica ciclista se mezcla con la historia y hasta con la ciencia. Y uno de esos lugares especiales es la cima del Gran Sasso de Italia, adonde llega la carrera este domingo.

Y lo hará, previsiblemente con un joven británico, Simon Yates, vestido de rosa para demostrar que no está ni para bromas ni para concesiones a rivales inicialmente más famosos y mejor preparados para ganar el Giro en Roma; como no, Chris Froome, con piernas irregulares y Tom Dumoulin, por ahora con señales de mayor peligro que el líder del Sky. Mientras tanto, el Giro seguirá mezclando emociones, porque un día altera y divierte el escenario con cuestas hacia los pueblos sicilianos o hacia la cima del volcán Etna y otros aburre de lo lindo con una etapa llana por el sur del país, con fuga de Markel Irizar y con esprint anunciado, en esta ocasión con victoria de Sam Bennett por delante del favorito local Elia Viviani, la primera victoria irlandesa después de 31 años y tras los pasos del gran Stephen Roche.

Regreso a las montañas

El Giro, sábado y domingo, vuelve a adentrarse en las montañas. Primero con una llegada a Montevergine di Merguiano, una subida no demasiada dura donde es fácil de imaginar que pueda llegar la primera fuga importante de la carrera. Pero, sobre todo, el domingo la prueba se cita con la historia y con la memoria de un corredor que sigue siendo admirado y querido en Italia, el gran 'Pirata', Marco Pantani, a quien se le perdonan esos malditos pecados que precipitaron su temprana muerte en el 2004.

En 1999, Pantani llevaba el dorsal número uno a la espalda y esperaba repetir la gesta del año anterior donde consiguió el triunfo tanto en el Giro como en el Tour, en lo que ha sido la última vez de la historia en la que un corredor ha logrado el doblete primero en Italia y luego en Francia. Llegó Pantani a su país tras superar y dar un poco de luz, solo un poco, al denominado Tour del dopaje, marcado en 1998 por el escándalo del equipo Festina y por sacar a la luz las miserias del dopaje en este deporte.

El principio del fin

Pero 1999 fue todo lo contrario, el principio del fin. Haciendo un juego de palabras con una frase más o menos actual se puede decir que en el Gran Sasso comenzó todo, porque el 22 de mayo de aquel año Pantani logró la primera victoria, el anuncio de un triunfo seguro, un hombre solo, en solitario, cruzó la meta, con nieve en las laderas y por delante de otro ciclista marcado por la desgracia y desgraciadamente también por la letal cocaína, José María 'Chava' Jiménez, muerto unos meses antes que Pantani. No pudo acabar peor aquel Giro con Pantani descalificado por presentar un hematocrito alto a dos días de Milán y con el país sumido en la depresión deportiva.

Quizá también al Gran Sasso se le recuerda porque allí estuvo preso Benito Mussolini antes de ser liberado por las tropas de Adolf Hitler el 12 de septiembre de 1943 y, sobre todo, y con mayor relieve por esconder en sus entrañas el más importante laboratorio de investigación subterráneo del mundo.