El Gobierno y el PSOE acogieron ayer con alborozo la elección de Francisco Caamaño como sustituto de Mariano Fernández Bermejo al frente del Ministerio de Justicia. Del hasta ahora secretario de Estado de Relaciones con las Cortes y Asuntos Constitucionales todos resaltaron que por su carácter, dialogante y discreto, se sitúa en las antípodas de su predecesor en el cargo. Fuentes socialistas vaticinan que Caamaño no tardará en hacer olvidar a Bermejo.

Frente a la actitud de "soberbia" y "chulería" que en su partido y desde la oposición se le afea a Bermejo, al nuevo ministro se le define como un hombre bregado en el arte de la negociación y el diálogo. Su prueba de fuego fue el largo, tortuoso y arriesgado encaje de bolillos de la negociación del Estatuto catalán en Madrid, en el que jugó un papel decisivo como secretario de Estado de Relaciones con las Cortes.

Otra virtud que se destaca del nuevo ministro es su caracter afable. "Se hace querer", afirman fuentes socialistas. Aquí también el contraste con Bermejo es radical. Si desde el primer minuto los populares le pusieron la proa acusándole de haber ido "a por ellos" en el pasado, ahora lo tendrán más difícil para atacar a su sustituto. Así lo indica el hecho de que ayer Federico Trillo, el contundente portavoz de Justicia del PP, no quiso valorar al nuevo ministro.

Pero ante todo, el nuevo ministro es un hombre vinculado a Zapatero, afirman quienes le conocen bien. Una vinculación estrecha y directa que se ha forjado con discreción, poco amigo como es de las entrevistas y declaraciones públicas. Otra diferencia con su antecesor, quien no dejaba ningún ataque sin respuesta ante los medios. Caamaño, no. Siempre ha preferido las explicaciones pedagógicas y alejadas de los focos mediáticos.

Clara prueba de su discreción fueron las primeras manifestaciones que hizo nada más conocerse su nombramiento. Aparte de elogiar la tarea de su antecesor, Caamaño manifestó de entrada, en declaraciones a Radio Nacional de España, su voluntad de tender puentes de diálogo "con todo el mundo relacionado con la justicia".

EL DESAFIO Todas estas cualidades se pondrán a prueba ante el enorme desafío al que, al igual que todos sus antecesores, se enfrenta Caamaño: la modernización de la justicia, y además en pleno conflicto con los jueces. Para ello el nuevo ministro cuenta con una baza a su favor: que no procede de la carrera judicial sino de la universidad. Otro rasgo que lo distingue de Bermejo, fiscal de carrera.

Caamaño, por lo demás, se convertirá hoy en el cuarto ministro gallego del actual Gobierno, junto a César Antonio de Molina, Elena Espinosa y Elena Salgado. Un guiño para movilizar al electorado socialista de Galicia ante el temor a que un baja participación sitúe al PP al borde de la mayoría absoluta.