Empieza la gran partida de póquer del Estatuto catalán. El Gobierno lanzó una de sus cartas y, aunque fuera de farol, demostró que está dispuesto a jugar fuerte para modificar numerosos aspectos de la Carta catalana. Por boca de la portavoz, Teresa Fernández de la Vega, el Ejecutivo declaró que el PP tiene "las puertas abiertas" para pactar con el PSOE los recortes del Estatuto. La vicepresidenta incluso adelantó que convocará al líder del PP, Mariano Rajoy, para negociar las enmiendas.

Poco le importó a la número dos del Gobierno que la víspera Rajoy hubiera declarado que dirigentes socialistas no identificados han pedido ayuda al PP para hacer descarrilar la propuesta catalana. La supuesta revelación, que el PSOE tachó de "juego sucio" y la vicepresidenta de "chascarrillo" y "cotilleo", no impidió que De la Vega trasladase públicamente al PP la oferta que tenía preparada cual as en la manga.

UNIDAD Y SOLIDARIDAD "Esperemos que el PP esté dispuesto a llegar a un acuerdo; por nuestra parte, no va a haber ningún problema, vamos a estar abiertos al diálogo", enfatizó la portavoz gubernamental, que también apeló a la "responsabilidad política" de Rajoy. A su juicio, el desafío de las Cortes es que el definitivo Estatuto sea "constitucional de la A a la Z", y que conjugue la mejora del autogobierno catalán con un "escrupuloso respeto" a "la unidad de España" y a la "solidaridad y los intereses generales".

De la Vega enmarcó su futura entrevista con el líder del PP en el cauce de diálogo que el presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, y el propio Rajoy acordaron abrir el 5 de septiembre, en una reunión en la Moncloa. La cita con Rajoy, agregó, se celebrará "cuando llegue el momento" de pactar las enmiendas.

El PSOE confía en que una mayor flexibilidad del PP le ayude a sacar adelante las rebajas del Estatuto. Para introducir enmiendas, que se aprueban en comisión por mayoría simple, bastaría con la abstención de los populares y el voto favorable del PSOE. Y ése es el mensaje que los socialistas quieren transmitir a CiU y ERC: si no se avienen a rebajar sus planteamientos, el proyecto catalán se revisará con la complicidad del PP.

El propio Rajoy se mostró eufórico. En Santiago de Compostela, se declaró "satisfecho" y opinó que las últimas declaraciones de Zapatero y Maragall "van en la buena dirección".