Desde que logró aprobar sin apenas problemas la sexta y última prórroga del estado de alarma para hacer frente al coronavirus, hace una semana, el Gobierno respira aliviado. Cree que lo peor, en términos sanitarios y políticos, ya ha pasado. Hubo un momento, a mediados de mayo, en el que la Moncloa pisaba arenas movedizas: la quinta extensión del periodo excepcional se logró con mucho esfuerzo. Ahora, en cambio, Pedro Sánchez ha atraído de vuelta a ERC, y al mismo tiempo ha ensanchado con Cs su espacio para acordar iniciativas.

La próxima estación son los Presupuestos Generales del Estado del año que viene, un proyecto que el Ejecutivo quiere abordar sin prisas, después del verano, y para el que espera contar con el bloque que hizo posible la reelección de Sánchez: los votos del PSOE, Unidas Podemos, el PNV y varios partidos minoritarios (Más País, Nueva Canarias, el BNG y Teruel Existe), más las abstenciones de ERC y EH Bildu.

Pese al giro al centro impulsado por Inés Arrimadas, Cs no forma parte, en principio, de la ecuación. A varios presidentes autonómicos socialistas (como el aragonés Javier Lambán, el extremeño Guillermo Fernández Vara y el castellano-manchego Emiliano García-Page) les gustaría olvidarse de los republicanos y sellar una alianza estable con los naranjas, pero aunque la mano a Cs sigue tendida, el deseo de los barones resulta muy difícil de plasmar.

Sobre todo, por la complejidad de poner de acuerdo a los liberales con el PNV y en especial con Unidas Podemos. La Moncloa, en cualquier caso, no tiene prisa para los Presupuestos. Volcado como está en la pandemia, y con los comicios vascos y gallegos convocados para el próximo 12 de julio, el Gobierno no ha comenzado a preparar todavía las cuentas del año que viene.