Una vez más, ETA defraudó a todos, o a casi todos. Su irrupción en el Aberri Eguna (Día de la patria) a través de una entrevista a dos encapuchados en el diario Gara se saldó con un compartido rechazo a sus amenazas, con una rotunda exigencia de que ponga fin a la violencia y con una creciente desesperanza ante la posibilidad de que la banda vuelva a matar.

Los gobiernos central y vasco coincidieron al desdeñar la retórica amenazante de la banda. También todos los partidos criticaron las palabras de los etarras y solo los dirigentes de Batasuna y del sindicato LAB, Arnaldo Otegi y Rafael Díez Usabiaga, observaron una "invitación al acuerdo" en la disposición de ETA para asumir "compromisos firmes" si cesan "los ataques" a la izquierda aberzale.

Se asumía que una fecha mítica para el nacionalismo vasco como el Domingo de Resurrección hacía previsible el pronunciamiento. Pero el texto difundido por Gara confirmó los peores análisis de las últimas semanas que, al hilo del atentado de diciembre en Barajas y la desarticulación del nuevo comando Donosti , han cuestionado que la banda tuviera voluntad real de reactivar el proceso de paz.

BATASUNA, EN EL ABISMO La escueta respuesta del Gobierno a las palabras de los dos encapuchados confirmó la preocupación existente en el Ejecutivo tras conocer que ETA sigue defendiendo que existen razones para utilizar la "lucha armada" y que predice un "enfrentamiento totalmente violento" si la izquierda aberzale no encuentra sitio en la legalidad española.

De hecho, el secretario de Estado de Comunicación, Fernando Moraleda, precisó que ETA "solo tiene que dar un paso, solo uno; la renuncia a la violencia".

Por su parte, Juan José Ibarretxe denunció ante los peneuvistas que celebraban el Aberri Eguna en Bilbao que "ETA no nos dice lo que la sociedad vasca quiere oír y es que la violencia se ha acabado para siempre".

El lendakari defendió orgulloso que, con la apuesta por su plan soberanista, los vascos demostraron que "no se necesitan pistolas para defender el derecho a decidir" y aun reconociendo que el logro de la paz "está en el aire", señaló a ETA como la responsable de que Batasuna no puede hacer política.

También el presidente del PNV, Josu Jon Imaz, recalcó en el mismo acto que es ETA quien puede "llevar al abismo al proyecto político" de Batasuna. Además, dijo que esta vez el PNV no acudirá en socorro de la izquierda aberzale que se encuentra "bajo el paraguas de ETA".

Fue precisamente Otegi el único dirigente político que observó mensajes positivos en la entrevista a los etarras. Poco antes de participar en Irún (Guipúzcoa) en una marcha conmemorativa del Día de la patria, aseguró que las palabras de los dos encapuchados son un "compromiso evidente con un escenario de no violencia" porque ETA ofrecía incluso la posibilidad de "no responder" que sí se recogía en su anterior comunicado de enero.

Desde el extremo opuesto, el secretario general del PP Angel Acebes, calificó de "chantaje" todo lo dicho por ETA y lo aprovechó para arremeter contra el Gobierno de Zapatero. Emplazó al presidente a rechazar "el ultimatum" que le ha lanzado la banda al exigir la presencia de Batasuna en las elecciones.

Por el contrario, el presidente del Grupo parlamentario de ERC en el Congreso, Agustí Cerd , reiteró el apoyo a la apuesta por un final dialogado de la violencia y lamentó que el pronunciamiento de ETA no introduzca "cambio alguno". También el portavoz de CiU en el Congreso, Josep Antoni Duran Lleida, criticó que la banda ofrezca "más de lo mismo" y aseguró que solo cuando dejen de amenazar, "sus amigos de Batasuna podrán concurrir a las urnas.